mateo537

Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

Mateo 5:37

Un día, un hombre que había estado hablado mal de su esposa ante sus familiares y amigos, se presentó arrepentido ante su pastor para informar de su mal proceder, después obviamente de haber pedido perdón a su cónyuge. El pastor le pidió entonces, que consiguiera una almohada de plumas y cuando la trajo, se subieron al edificio donde se encontraban y una vez en la azotea, el pastor rompió la almohada y soltó las plumas al aire. Estas volaron en todas direcciones perdiéndose de su vista. Después de hacer esto el pastor le dijo: Hijo, ve ahora y junta todas las plumas y mételas nuevamente en la funda. El hermano contestó: Pero eso es imposible. El pastor le contestó: eso mismo sucede con las palabras que salieron de tu boca contra tu esposa, jamás podrás volverlas a recoger, por lo tanto el daño es irreversible.

La palabra nos enseña que la lengua aunque es un miembro muy pequeño, es difícil de gobernar, y que con ella podemos inflamar la rueda de la creación.

¿Cuántas veces hemos tenido problemas con nuestra lengua? O dicho de otra forma ¿En cuántos problemas nos ha metido nuestra lengua?

Hoy el Señor quiere llevarnos a reflexionar sobre dos cosas pequeñas, que muchas veces por ser tan pequeñas no les damos la importancia que debiéramos. Un miembro muy pequeño: La lengua y una palabra muy pequeña, no, que nos meten en grandes dificultades. El Señor quiere que aprendamos a gobernar nuestra lengua y a decir no a lo que debemos decir no, porque por no tener ese dominio y decir un no a tiempo, después nos vemos envueltos en muchas dificultades.
Son varias cosas a las cuales debemos aprender a decir no, pero hoy por cuestiones de tiempo, solo miraremos tres, que a mi juicio son las más importantes en cuanto al batallar en nuestro ministerio al frente de una congregación.

La primera de ellas es:
No al Pecado.

Exodo 20:13-17: No matarás. 14 No cometerás adulterio. 15 No hurtarás. 16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Todos sabemos que nuestra relación con el pecado debe ser nula y que en cualquiera de sus manifestaciones nosotros debemos decirle no. Hemos oído hasta el cansancio, que son tres las manifestaciones del pecado de las cuales debemos cuidarnos: La lana, la dama y la fama, pero con tristeza miramos que muchos siguen tropezando con ellas y haciendo daño a la iglesia que tanto decimos amar. El enemigo es tan sutil, que va tendiendo sus redes poco a poco, hasta que, cuando menos se espera, atrapa en su telaraña. Usa para ello la “ley del sapo”.

Es obvio que nosotros ya no pecamos voluntariamente; ya no necesito preguntarle si usted fuma, bebe, roba o se droga, pero me temo que no todos sabemos decirle no a tiempo al pecado y que permitamos, como dice el apóstol Pablo, que el diablo con su astucia nos engañe y nuestros sentidos sean extraviados de la sincera fidelidad a Cristo y de esta forma, seamos arrastrados a cometer pecados, que nunca habíamos pensado, o nos habíamos propuesto siquiera cometer.

2Corintios 11:3: Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.

Aprendamos a decir no al pecado en cualquiera de sus manifestaciones. Es más, permítame ir más al fondo de este asunto.

Nosotros ya no practicamos el pecado, pero si pecamos de ingenuos. La Biblia dice en Juan 8:44b, que el diablo es el padre de mentira. Luego entonces, si él puede, por medio de su astucia, engañarnos para llevarnos a practicar algún pecado, solo buscará la oportunidad de tomarnos mal parados, para levantarnos un falso testimonio. Es entonces en esto, donde no debemos darle oportunidad para que nos levante una mentira.

Nos han dicho muchas veces, que no debemos como varones ministrar a mujeres solas y la razón es que el día que el enemigo le levante un falso, le va a costar mucho trabajo desmentirlo.

Al principio de nuestro trabajo en el Centro Cristiano Manantiales, como mi esposa no podía acompañarme diariamente a la iglesia, un día una mujer dijo que “ya no iba a permitir que cuando le ministrara yo le besara sus senos”. Gracias a Dios que nunca le ministre a esa mujer, pero inmediatamente vino a mi mente, que hubiera pasado si yo si le hubiera ministrado solo. Esa mujer padecía de esquizofrenia.

Aprendamos a decir no al pecado y cuidemos de no acercarnos al fuego para que el diablo no nos levante falsos testimonios. Recordemos que nuestro Señor fue presa de esto y por falsos testigos fue crucificado. Otra cosa a la que debemos aprender a decir:

2) No a llevar toda la carga

Exodo 18:22: Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.

Esta es otra situación a la cual debemos aprender a decir no. Yo sé que al principio de nuestro ministerio, lo tenemos que hacer todo nosotros mismos, pero conforme la iglesia va creciendo es menester ir transfiriendo la carga a otros que nos ayuden. Al principio no tenemos en quien delegar alguna responsabilidad, así que hay que prepararlos, para que una vez que estén listos, podamos apoyarnos en ellos para realizar el trabajo. El asunto es que cuando ya están algunos dispuestos a que les transfiramos algo del trabajo, resulta que no les tomamos en cuenta porque pensamos que no son capaces de atender los asuntos que les delegamos. El centralismo nos impide ir soltando las cargas poco a poco y cuando menos nos damos cuenta, nos hallamos en una situación como la de Moisés y esto frena el crecimiento de la iglesia. La otra cosa que debemos cuidar es decirle:

3) No a lo que no podamos cumplir.

Eclesiastés 5:5-6: Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. 6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?

La ligereza con que a veces pronunciamos los “si”, que después se convierten en no, es algo con lo que batallamos con mucha regularidad. La Biblia dice que nuestro hablar debe ser: Sí, sí; o no, no, porque lo que es más de esto, de mal procede.

Es frecuente entre los que nos dedicamos a predicar la verdad, el empeñar nuestra palabra con un “sí”, que más tarde se traduce en un no, porque no cumplimos lo que nos habíamos comprometido a cumplir. Obviamente después surgen una multitud de argumentos con los que queremos justificar nuestra irresponsabilidad. No debemos olvidar que de toda palabra ociosa que salga de nuestra boca tendremos que dar cuenta y que por nuestras palabras seremos justificados o por nuestras palabras seremos condenados (Mt12:36-37).

No debemos olvidar que en nuestra lengua tenemos poder. Esto es tan real que nuestra salvación esta condicionada a la declaración verbal que hagamos de nuestra fe en Jesús. No permitamos que ese poder se vuelva vano, desperdiciándolo de manera indolente.

Lo que el Señor quiere que aprendamos este día, es a decir no a las cosas que debemos decir no, para que podamos librar nuestra vida del pecado, llevar un ministerio correcto y no hacer vanos los dichos de nuestra boca.

Que Dios en su misericordia nos ayude a poner por obra lo que hoy nos ha mostrado

¿Qué dijo Jesús sobre el juramento? (Mateo 5:33-37) Pastor Sugel Michelén

Anterior Siguiente

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Scroll al inicio