Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.Romanos 5:8 |
El amor es una característica universal. Se encuentra en todos los pueblos en todas partes. Hay diferentes expresiones de amor, así como efectivamente también hay diferentes tipos de amor. Hay un amor conocido como amor físico del cual podría hablarse como el amor animal. También existe el amor familiar. El amor que una madre y un padre sienten por sus hijos. El amor de una pareja, el de un hombre y una mujer, también se puede llamar amor familiar. Y luego está el amor divino, el tipo de amor que Dios siente por nosotros. Ese es
EL INCOMPARABLE AMOR DE DIOS.
Mientras más sabemos de nuestra necesidad como pueblo ante Dios y mientras más sabemos del amor de Dios, lo vamos a alabar más. Podemos decir que mientras más entendemos nuestra necesidad se nos hace más claro el amor de Dios para nosotros.
La Biblia nos enseña cuán insuperable es el amor de Dios. Podemos decir que es incomparable. El apóstol Pablo lo describe en Romanos capítulo 5 versículos del 6 al 11, en el Nuevo Testamento.
6. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
7. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
8. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
9. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
10. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
11. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.
Para ayudarnos a entender el incomparable amor de Dios, Pablo describe LA CLASE de personas que éramos cuando Dios puso Su amor en nosotros.
NOSOTROS ERAMOS IMPÍOS.
Eso significa que estábamos sin Dios. Esa es la condición de toda la gente en todas partes. Pablo en Romanos 3:19-20 nos enseña que todo el mundo es culpable ante Dios. Todos éramos impíos, es decir, estábamos sin Dios. Todos hemos pecado tal como Romanos 3:23 nos lo dice claramente: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”
Pero Dios no nos podía dejar en esa posición sin esperanza. La Biblia nos dice aquí en el versículo 6 que a su tiempo Cristo murió por los impíos. ¿Qué significa eso, a su debido tiempo? Eso significa en el tiempo de Dios, en el tiempo que Dios había determinado, en el preciso momento en que Dios lo había decidido. Fue entonces cuando Jesús murió por los impíos, por el pueblo sin Dios.
Ahora hay un razonamiento por el cual la gente pasa. El hombre promedio razona que una persona difícilmente muere por un justo. Pablo lo escribió de esta manera: “Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo.” Pero un hombre justo no debería necesitar morir. Y entonces, ¿por qué alguien quisiera morir por un justo? Pero luego pasa a decir que podría ser por casualidad o quizás “pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.” Si tenemos un caso en el cual un hombre moralmente bueno fuese condenado a muerte, como si no fuera inocente y se impone una injusticia sobre él. Para una persona como tal, quizás alguien podría presentarse como voluntario a fin de morir en su lugar, si esa persona fuera condenada a muerte aún sin ser culpable.
Pero quiero que se dé cuenta que esa no era nuestra condición. Nosotros éramos la clase de personas impías. Esa era nuestra condición. Esa es la clase de gente que éramos. No éramos justos o buenos, éramos impíos.
NOSOTROS ÉRAMOS PECADORES.
Fuimos personas que perdimos la marca. Estábamos destituidos de la gloria de Dios. Esa era nuestra verdadera condición humana. Estábamos cayendo por debajo de la norma de Dios. La norma estaba aquí, claramente señalada en la Biblia, pero nos encontramos a sí mismos por debajo de ella.
Ahora asegúrese de observar que esa es la única clase de gente por quien Jesús murió: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Quiero estar seguro de que usted entiende eso. Las únicas personas por quien Jesús murió fueron los pecadores, y nosotros somos pecadores. En verdad eso significa que Él murió por todos nosotros. Pero parece que algunas personas no entienden eso muy bien.
Solamente hay una manera: por Su sangre. Eso es muy importante, “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre.” Querido amigo, era Él o yo. Cuando Él murió y derramó Su sangre por nosotros, ahora los pecadores, podemos ser justificados. Podemos ser libres. Podemos ser perdonados por nuestros pecados. ¡Alabado sea Dios!
Su resurrección es nuestra garantía. “Por él seremos salvos de la ira.” Porque Él murió y resucitó podemos ser librados de la ira de Dios.
Mientras éramos pecadores Jesucristo murió en nuestro lugar. Nuestra condición era una condición de pecadores. Esa es la clase de gente que éramos cuando Jesús murió por nosotros.
NOSOTROS ÉRAMOS ENEMIGOS.
“Porque si, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios.” Los enemigos no tienen comunión con Dios, ellos están en desacuerdo con Dios. Los enemigos están en contra de Dios. Pero al mismo tiempo, Dios actuó en nuestro nombre. Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo.
Sí, Dios actuó en nuestro nombre. Si Él no hubiera actuado en nuestro nombre no habría esperanza para nosotros. Debido a que Él si actuó en nuestro nombre se ha completado el plan de reconciliación. Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo.
Ahora bien, “mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Esa es la fuente de la alegría. Tenemos la alegría de lo que Dios ha hecho porque Él nos ha reconciliado a Sí mismo por medio de Jesucristo, nuestro precioso Señor.
Ahora préstele mucha atención al versículo 11. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” Oh, ¡alabado sea Dios! Dios sabía la clase de gente que éramos. Dios sabía que éramos enemigos. Dios sabía que éramos odiosos. Pero a pesar de que Él sabía eso Él envió a Su Hijo para ser nuestro sacrificio expiatorio. Ahora podemos ser reconciliados, eso significa que podemos reunirnos. En lugar de tener la enemistad y el odio, ahora tenemos la paz y la alegría.
Nos regocijamos en Dios por lo que Él ha hecho a través de la reconciliación la cual fue traída por la muerte de Su Hijo. Nuestra condición era una condición de enemigos. Ese es el tipo de gente que éramos.
¿Ahora entiende lo maravilloso que es el amor de Dios? ¿Cómo Dios supera todos los otros amores? Su amor nos alcanzó mientras éramos impíos, mientras éramos pecadores y mientras éramos enemigos. Te hago un llamado para que reciba Su amor ahora. Abra su corazón y reciba Su amor incomparable.
De: esperanzasegura
El amor de Dios mostrado en la cruz | Romanos 5:8 | Ps. Marcos Peña
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