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He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundoMateo 28:20 |
Una de las promesas más preciosas que nos ha dado Jesús es: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:20) ¿Qué tan consciente eres de esta promesa, de esta realidad, de esta verdad invisible, cuando vienen circunstancias duras a tu vida? ¡Dios está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo! ¡Todos los días!
El mundo busca paz, tranquilidad y seguridad, aún los cristianos buscan estas cosas. ¿Dónde la encontraremos? ¡El tema es donde vamos a encontrar paz y seguridad! Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33) ¡No hay otro lugar donde poder estar y sentirse confiado!
Los estudios científicos que relacionan las emociones con las enfermedades han concluido que lo que sentimos como emoción da como resultado lo que luego sentimos en nuestro cuerpo. Todos los sentimientos que albergamos en nosotros producen efectos en nuestro cuerpo. Lo que sucede en nuestro cuerpo, es el resultado de los sentimientos que habitan en nosotros.
Del mismo modo, hemos estado de alguna manera consumiendo estados de ánimos, durante años, que han traído sobre nosotros maldiciones y enfermedades al cuerpo. Una persona que tiene odio termina por enfermarse, igual que una persona con amargura y resentimiento. De la misma manera que las sustancias afectan nuestro cuerpo, las sensaciones, sentimientos, estrés, depresión, también afectan el organismo, enfermándonos. ¡Y tenemos que saber cómo defendernos de esas situaciones! Cristo se propone como nuestro guardador, Él es nuestro refugio, el que sana nuestras dolencias, quien perdona nuestros pecados. ¡Cristo nos da vida abundante y nos alegra la vida! ¡Cristo es nuestra esperanza!
¿Qué sientes cuando una circunstancia grave viene sobre tu vida? ¿Qué sientes cuando las personas se comportan contigo de una manera que te afecta? Una mujer decía: “¡Se me rompe el corazón!” Se había casado y había hechos votos con su esposo para toda la vida, con el deseo de atravesar todas las circunstancias y mantenerse a su lado hasta que la muerte los separe. Pero el esposo la dejó y se le rompió la ilusión; el corazón se le estremeció, comenzando a experimentar el fracaso, la amargura, y perdió las fuerzas. Hasta que una amiga le dijo: “Cuida tu salud; haz lo que corresponde”. Esta mujer desde una óptica podría decir: “Estoy enferma, porque mi marido me dejó”. Sin embargo la verdadera óptica sería: “Estoy enferma, porque dejé habitar dentro de mí, emociones que están destruyendo mi vida”. ¡El problema no está fuera de ti sino dentro de ti!
El testimonio de una mujer cristiana que después de varios análisis y pruebas le diagnosticaron un cáncer. ¿Qué es lo primero que viene a la mente cuando recibe una respuesta como ésta? ¡Angustia y temor! Algunos cristianos cuando reciben esta clase de noticias ponen la mirada en el problema
Otro testimonio de un muchacho que salió de la calle, pero ahora está siendo dominado por lo que siente y quiere volver a la droga y la vida que tenía antes, y tiene miedo.
Otro testimonio de otro muchacho con una enfermedad terrible, dice que tiene fe en Dios, pero tiene miedo, sabe que el Señor le ama, pero no lo siento, me siento muy mal.
Normalmente nos volvemos temerosos y ansiosos y perdemos la fe, porque ponemos la mirada en la tormenta. Que Dios te dé hoy, la virtud de reconocer que Jesús está contigo, que puedas ver a Jesús más que a las circunstancias. Cuando más miras las circunstancias, más te angustias, más te enfermas y más te hundes. ¡No mires más las circunstancias! ¡Ama a Jesús, mira a Jesús, y sírvele! Haz lo que debes hacer, no te enfermes.
No sé qué tormenta estás atravesando, pero lo que entiendo a través de esta enseñanza es que la fe te lleva a vencer la tormenta, la fe te ayuda a mantener tu mirada en Jesús.
Pero, ¿cómo hago para tener fe? Al recibir este mensaje, ¿no te dan ganas de creer? ¿No te dan ganas que venga un mar embravecido para que pruebes vencerlo? ¡No te alejes de dela Palabra de Dios, no te alejes de la iglesia! ¡Que tu corazón no se aleje de Cristo y de tus hermanos! Sirve a Jesús, agradécele en cada circunstancia que atraviesas. ¡Jesús está contigo! Él te ama, quiere librarte y quiere enseñarte a atravesar tus circunstancias mediante la fe.
¡Abre tu corazón y deja entrar la fe! ¡El temor te hace dudar del poder de Dios! El temor te hace dudar de si Dios te ama y de si Él lo hará o no. El que duda, no agrada a Dios, más el que tiene fe, agrada a Dios.
Finalmente, tú decides lo que Dios hará. Si dudas, te hundirás en el mar embravecido, y si crees, Dios premiará tu fe y te sacará de allí. Cada tormenta que atravesamos en nuestra vida, es una prueba para conocernos a nosotros mismos. Dios te conoce, y sabe que ante la circunstancia te vas a espantar, el que no lo sabe eres tú. Es cuando viene la circunstancia y te espantas, donde te das cuenta lo débil que eres y qué poca fe tienes. “Señor, enséñame a mirar tus ojos, Señor muéstrame tu gloria, que yo pueda estar consciente que en cada instante de mi vida, tú estás conmigo todos los días. Los problemas y las tormentas están, pero tú estás también. Hay problemas, hay tormentas, ¡pero está Jesús! Hay angustia y temor, ¡pero está Jesús! ¡Gloria a Dios!
Es hora de pedirle perdón a Dios. Piensa en la tormenta tan grande que tienes, ese problema que te desvela, que te mantiene en angustia, en soledad y depresión. Esa tormenta te mantiene en temor y te gasta muchas horas del día y de la noche. ¡Pídele perdón a Dios! Lo que sucede no es que el problema sea grande, porque para Dios no hay problemas grandes, lo que está pasando es que tienes la mirada puesta en tu tormenta. ¡Quita la mirada de tu tormenta! Pídele perdón a Dios y vendrá la fe de Dios sobre ti. Mirarás a Jesús y dirás: “Señor, manda que yo camine sobre las aguas, como tú caminas sobre las aguas”. ¡Las aguas que están para hundirte o para afligirte, te harán flotar!
Cuando enfrentamos tormentas en la vida – Dr. Charles Stanley
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