bendicion

«Que el Señor te bendiga y te proteja;
que el Señor te mire con agrado
y te muestre su bondad;
que el Señor te mire con amor
y te conceda la paz».

Número 6:24-26

Aquellos que somos esposos, o esposas, y aquellos y aquellas que anhelan el matrimonio, y aquellos que estuvieron casados, todos compartimos una esperanza: que el matrimonio sea feliz y lleno de amor verdadero, que sea duradero, para toda la vida, y que la persona amada sea aquel príncipe azul, o la princesa de la que se han enamorado un día. Lo que en cristiano llamaríamos tener la bendición de Dios.
Sin embargo, en la sociedad, incluso en la Iglesia vemos cuantos matrimonios se rompen, y las consecuencias tristes que conllevan, no solo para los esposos, sino también para los hijos y para las dos familias. Esta ruptura es una de las estrategias primeras del diablo sobre la humanidad. El primer matrimonio que consiguió alterar y apartar del camino de Dios fue el de Adán y Eva. La estrategia fue bien sencilla, y hoy en día sigue dando los mismos frutos: apartar a la esposa del esposo en cuanto a que escuche a otro que le ofrece la posibilidad de conocimiento sin tener que respetar al marido, ni a Dios. El marido, cegado por la esposa de la que está enamorado, la sigue hasta perder su relación con Dios. No me refiero solo al hombre y a la mujer, sino al hombre o la mujer y su propia mente, y las consecuencias para su propia alma.
Pero la estrategia no se queda solo en la destrucción del matrimonio, sino que tiene como objetivo la destrucción de la humanidad, de la sociedad y de la persona. Una vez un matrimonio está roto, los hijos sufren y sus vidas se convierten en amargas, de lo cual surgen depresiones, desesperaciones, adicciones y crímenes. Por otro lado los esposos caen también en los mismos problemas, además de en adulterios y fornicaciones, corrupciones y otras tragedias. Esto afecta directamente a la sociedad. El esposo, destruido, puede ser un profesor de escuela, un juez, un político. La esposa, destruida, puede ser una cirujana, una madre sola, una directora de empresa. Como vemos, el resultado en la humanidad es devastador.
Obviamente es mi propósito que quienes lean se casen en la fe de Cristo. También lo es que los que no lo hicieron lo hagan ahora, que busquen la bendición de Dios, pues nunca es tarde y Él, como buen Padre, tiene los brazos abiertos a los que Le aman en Cristo. No hay mejor modo para llegar a ser felices en el matrimonio que ir de la mano de Dios, de regresar a Su camino, o de comenzarlo por primera vez.
LA BENDICIÓN MATRIMONIAL
La bendición matrimonial es un don de Dios que reciben aquellos matrimonios que la piden a Dios, que desean vivir una vida siguiendo la guía del Padre. Esa bendición es fruto del pacto con Dios que hemos tratado antes, y sin duda aquellos esposos que vienen a Dios, tanto para casarse, como durante sus vidas, sin duda la reciben porque obedecen a Dios en sus corazones. La Biblia es la Palabra de Dios, y en ella tenemos la guía del matrimonio. En ella hallamos la historia del matrimonio, que es la misma de nuestro matrimonio, el Génesis matrimonial. Historias de convivencia entre esposos, de la relación con los hijos, como bendecirlos y como tratarlos cuando son rebeldes; con los padres o abuelos; como gestionar la economía familiar; atravesando problemas de salud, como tratar los celos; como encontrar en tu esposo o esposa a tu mejor amigo; como orar juntos y hablar de la Biblia y de Dios siempre, y en Él buscar la guía de la vida para la pareja, y todas las relaciones y circunstancias, y como reconciliarse cuando los esposos discuten y recibir paz y bendición de Dios.
Creo que el Texto Bíblico en Efesios 5 y 6 es un excelente resumen:
5: …21Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
6: 1Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. 4Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
El matrimonio lo forman tres personas, no dos. Esto es algo que, si no lo vemos desde la perspectiva cristiana, no se entiende. Dios es el vínculo de unidad, el Espíritu Santo habitando en los esposos es la garantía de la bendición matrimonial. El inicio de la relación mezcla tres cosas: la atracción, el enamoramiento, y el espíritu y alma del otro que nos atrae, su personalidad. Una mezcla de sentimientos físicos, racionales y espirituales que no se pueden explicar. Nos atrae la persona completa, su aspecto, su habla, sus ideas, sueños y emociones, su vida, su fe, etc. La continuidad de necesitar al otro por siempre, procede de Dios. Así pues el matrimonio está compuesto por Dios, por el esposo y por la esposa.
BENDICIÓN FINAL: UN MATRIMONIO PARA TODA UNA VIDA
Quería terminar volviendo a recordar las bodas de Caná según el Evangelio de Juan Cap. 2 en las que hay ese mensaje al que me refería al principio, para los que son novios todavía, o para los que no han entregado su matrimonio a Dios todavía, así como para recordarlo a los que están casados en Cristo: “Hasta ahora habéis disfrutado del vino de vuestra relación, …pero a partir del día en que os caséis, u os entreguéis a Dios como matrimonio, disfrutaréis del buen vino, reservado para un matrimonio que ha venido a buscar la bendición de Dios, y que por ello recibe su milagro –como el que hizo Jesús al convertir agua en el mejor vino– el vino del amor eterno, el amor de Dios.” Por tanto a los esposos que han confiado su matrimonio a Dios y de Él esperan el amor eterno y verdadero: ¡Que sean muy felices y que Dios los bendiga para siempre!


“La bendición del matrimonio” Efesios 5:22-33 Ps. Marcos Peña

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