isaias4325

Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

Isaías 43:25

¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande?

En Hebreos 2:3 encontramos una pregunta sobre un tema que debe ocupar la mente de cada ser humano. La pregunta es, “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” Los versículos anteriores se tratan de la claridad y urgencia del mensaje que ha sido proclamado a la humanidad. El mensaje se trata del amor de Dios y su oferta de perdón y salvación a los perdidos. Es un mensaje que debemos atender con diligencia por la magnitud de su importancia. Hay multitudes que han escuchado el mensaje pero respondieron con indiferencia. Algunos escucharon el mensaje en su niñez en la escuela dominical. Tal vez aun hicieron una profesión de salvación pero ellos mismos saben que no era de verdad. Ahora hace años que vivieron como si las cosas de Dios carecen de importancia. Otros escucharon el mensaje de un vecino o de parientes. Ellos respondieron en decir, “ahora no. Tal vez más adelante”. Ellos siguen desatendiendo el mensaje.

“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” Es una pregunta que los eruditos bíblicos no pueden contestar. Los pastores no pueden contestar la pregunta. Aun Dios mismo no puede contestarla porque no hay ninguna manera de escapar.

Tal vez te preguntas, “¿Qué es el peligro del cual debemos procurar escapar?” Me alegro que preguntaras. Esta pregunta, sí, se puede contestar. En primer lugar se trata de escaparse de una vida perdida. Jesús hizo la pregunta, “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mateo 16:26) Esta vida es una preparativa para la venidera. El negarse a creer que hay una vida venidera no va a cambiar el hecho para nada. El primer paso en prepararse es en volverse hijo de Dios. Esto se hace por arrepentirse de sus pecados y pedir perdón y la salvación de Dios. Después de esto es un asunto de, a diario, guardar tesoros en los cielos. (Mateo 6:19-20) Hay un dicho que dice, “Una sola vida, pronto pasará. Unicamente lo que se hace por Cristo durará”.

También se trata de arrepentimiento. El que niega a arrepentirse ahora, sí o sí, se arrepentirá más adelante. Si sigue rechazando el amor de Dios vendrá un día cuando mirará para atrás a aquel día cuando despreció un fiel siervo del Señor que le testificó de su necesidad de salvación y dirá, “oh, ¡Que torpe era yo, qué torpe era yo!”

El evangelista Juan Bray relata la historia de una joven incrédula. Su papá era creyente pero estaba moribundo, internado en un hospital. La joven pasó a verle una mañana y él dijo, “Hija, tienes que arrepentirte de tu rebelión e integrarte a Jesús. Él es el único que puede perdonarte y darte vida en abundancia”. En vez de hacer caso ella se levantó, miró en la cara de su padre y dijo, “Papá, tú estás loco”. Con esto ella salió.

Por la noche de aquel mismo día un pastor recibió una llamada pidiendo que vaya a ver aquel hombre porque estaba a punto de morir. Al pasar por la puerta del hospital él se encontró con la hija del hombre porque ella también fue informada que su papá estaba muriendo. Al llegar los dos a la puerta de la habitación donde estaba su papá, una enfermera los paró. Al mirar adentro vieron que su papá estaba tapado con una sábana que indicaba que ya estaba muerto. La chica se dio vuelta y gritó. Ella agarró la manga del pastor y le llevó al pasillo y le dijo, “Pastor, tienes que ayudarme”. Él la llevó a un banco donde ellos se sentaron y él la preguntó cómo podía ayudarla. Otra vez ella dijo, “Tienes que ayudarme. Yo he hecho algo que tengo que deshacer”. Entonces ella le relato de cómo su papá la había rogado aquella mañana que se arrepintiese y que se entregara a Cristo y como ella dijo a él, “Papás, tú estás loco”. Ella le preguntó, “¿Qué puedo hacer para deshacer esto?” El pastor miró fijamente en sus ojos y dijo, “Lamento mucho querida. No hay forma de deshacer lo que has hecho. Tu papá no está más en este mundo.” Ella tuvo que pasar el resto de su vida sabiendo que sus últimas palabras a su amante papá eran, “Papá, tú estás loco”.

Amigo, si una y otra vez tu has dicho “no” a Dios, puedes estar arrepentido pero todavía hay esperanza mientras que estés con vida. Puedes arrepentirte y pedir perdón de Dios. ¿Por qué no lo haces ahora mismo?

Otra cosa de la cual puedes y debes escapar es el de encaminar a otro hacia el infierno. Si eres salvo y vas a los cielos un día, es casi seguro que vas a llevar a otros contigo. De igual manera, si no eres salvo y vas al infierno, vas a llevar a otros contigo. Tu vida tiene un impacto sobre la vida de otros. No puedes evitar encaminar a otros hacia el infierno si descuidas esta salvación.

El Dr. Truett, que pasó 44 años sirviendo como pastor de la Primera Iglesia Bautista en Dallas, Texas, relata la historia de un hombre que aceptó a Cristo en una de sus reuniones. El hombre tenía 64 años. El domingo siguiente él estaba en la iglesia. El Dr Truett notó que parecía que él estaba preocupado por algo. Después de la reunión el pastor habló con él y preguntó, “¿Qué pasó? Yo esperaba encontrarte contento con una sonrisa”. “Sí” dijo el hombre. “Por un lado estoy contento pero por otro lado estoy triste”. Entonces el relató al pastor que después de aceptar a Cristo se fue a la casa de su hijo para decirle lo que había pasado y para invitarle a asistir a la iglesia con él. Pero su hijo se rió no más y dijo, “Tu tardaste 64 años y ¿ahora esperas que yo voy a ser salvo y vivir por Jesús?” Después el hombre miró a su nieto allá y le invitó a acompañarle a la escuela dominical. Pero él le dijo, “No. Cuando tengo 64 años tal vez me entregaré a Cristo”. “¿Cómo”, preguntó el hombre, “puedo estar contento sabiendo que por mi tardanza en ser salvo, yo mal encaminé a mi hijo y nieto?”

Amigo, déjame hacerte saber que lo que haces en esta vida tendrá una influencia sobre los en tu alrededor. Tal vez será tu hijo o tu esposa o esposo que irán al infierno porque descuidaste esta salvación tan grande.

Cada día que descuidas esta salvación tu corazón se pone cada vez más duro. La primera vez que escuchaste la antigua historia de la gran salvación que Dios nos ofrece tu corazón se conmovió y pensaste en serio sobre aceptar a Cristo, pero por alguna razón, dijiste, “no, otra día lo haré”. La segunda vez que le escuchaste tu corazón no fue tan conmovedora. La tercera vez fue movido menos todavía. Es que tu corazón se va endureciendo. Cada vez que descuidas la salvación es más dudoso que serás salvo.

Esto se trata de escaparse de la condenación de Dios. Juan 3:18 dice “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. En Hebreos 9:27 dice “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. Si no ha aceptado a Cristo, el juicio no saldrá a tu favor. La sentencia será de conforme a lo que dice Apocalipsis 21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. No descuides más esta gran salvación. II Corintios 6:2 dice: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí, ahora el día de salvación”.

Autor: Russell George

Rev. Humberto Henao – El Alcance de la Salvación (1 Parte)

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