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Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.Génesis 12:1 |
GÉNESIS 12:1-3. VETE Á LA TIERRA QUE TE MOSTRARÉ
1Empero Jehová había dicho á Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré; 2Y haré de ti una nación (goy) grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición: 3Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren (hebreo:umeqalelka – despreciar) maldeciré (hebreo: a’or – maldecir): y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
“Empero Jehová había dicho á Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré” (v. 1). Este versículo marca un gran cambio en la historia humana. Como se anota arriba, capítulos 1-11 presentan una triste historia humana, pero capítulos 12-50 se caracterizan por las promesas y bendiciones de Dios.
“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre” (v. 1b). Aquí hay una secuencia progresiva. Dios primero menciona la tierra de Abram – lugar que Abram ha llamado su hogar durante 75 años (v. 4). Entonces, Dios habla de la parentela de Abram – su familia extendida. Al final, Dios habla de “la casa de tu padre” – la familia inmediata de Abram. Si lo miráramos a través de una serie de círculos concéntricos, la tierra de Abram sería el círculo exterior. Su parentela sería el círculo del medio, y la casa de su padre sería el círculo interior. En una sociedad patriarca sería difícil abandonar su tierra. Sería más difícil dejar a su familia extendida y sería inaguantable tener que dejar a su familia inmediata.
En una sociedad patriarca sin un programa de bienestar social que traiga seguridad a la gente en momentos de necesidad, la familia es nuestra única seguridad. Si está enfermo o herido, su familia le cuida. Si necesita ayuda, su familia le echa una mano. La familia inmediata (padre, madre, esposa, hermana, hermano, hijo) es nuestra primera defensa contra un mundo duro. La familia extendida sería su próxima capa de defensa. Vecinos también ayudan en tiempos de necesidad, sabiendo que ellos recibirán ayuda a cambio cuando la necesiten. Nos hace pensar de las comunidades antiguas de las planicies norteamericanas, que unidas levantaban los graneros de sus vecinos.
Cuando Dios dice “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré,” le dice a Abram que deje la seguridad en la que ha dependido toda su vida y que confíe que Dios le provea en el futuro. Esto requiere que Abram tome un salto de fe hacia la oscuridad y lo desconocido, un salto que muchos pensarían descuidado. Si Abram abandona su familia y Dios no provee, se encontrará con problemas graves.
Westermann y otros han discutido que “para un nómada era fácil dejar tierra y familia, pero no hay nada en el texto que apoye esta sugerencia” (Wenham, 274). Abram puede ser nómada, pero durante 75 años sus andares nómadas se han concentrado en uno de dos lugares – Ur en el sur de Mesopotamia o Harán en el norte de Mesopotamia. Su vida durante estos 75 años se ha concentrado en su tierra, su parentela, y la casa de su padre. Sugerir que el estatus nómada de Abram le facilite dejar las raíces de su familia parece un malentendido.
“á la tierra que te mostraré” (v. 1c). En versículo 5c, Abram sale para Canaán, obedeciendo a Dios, pero en versículo 1c Dios solo dice que le enseñará a Abram adonde ir, pero no nombra la destinación. Cuando nos llama, Dios raras veces nos da un mapa completo de nuestro camino. El mapa generalmente incluye solo la próxima parada en el camino – y a menudo solo indica la dirección que debemos tomar. Es frustrante recibir una llamada así. Al tratar con Dios, solo la fe puede calmar nuestra ansiedad.
“Y haré de ti una nación (goy) grande” (v. 2a). Considere la proximidad de esta promesa a la Tabla de Naciones en capítulo 10, donde el texto incluye muchas naciones. Diferente de naciones comunes y corrientes, Abram se convertirá en una gran nación, una que destaca de las demás.
“Esta expresión es intrigante, porque la palabra hebrea para nación es goy, una palabra que se utiliza frecuentemente en el Antiguo Testamento para hablar de las naciones gentiles del mundo… Aquí, Dios no promete hacer a Abram un gran pueblo (‘am). Israel será un goy entre los goyim” (Hamilton, 371).
Para ser una gran nación, Abram necesita gente y tierra. En ese momento no tiene ninguno, y ni él ni Sarai tienen la edad normal para tener hijos. No obstante, hombres ancianos generalmente son más capaces de engendrar un hijo que lo son mujeres ancianas de concebirlo. La promesa de Dios en este momento es para Abram, no para Abram y Sarai, y Dios podría honrar su promesa dándole hijos a Abram por otra mujer, algo que no sería tan raro en una cultura patriarca. Sin embargo, como veremos en capítulo 16 donde Sarai le invita a Abram a tener un hijo con su sirvienta, Hagar, ésta no es la intención de Dios. Dios clarifica esto para Abraham (en 17:5 Dios cambia el nombre de Abram) en capítulo 17, y lo clarifica también para Sara (Dios cambia el nombre de Sarai en 17:15) en capítulo 18.
“y bendecirte he” (v. 2b). La primera promesa de Dios es una bendición solitaria, refiriéndose solo a Abram. Las otras tres bendiciones de versículos 2-3 incluyen otros: Dios hará el nombre de Abram grande para que él sea bendición para otros (v. 2c). Los que bendicen a Abram serán benditos (v. 3a). Y en Abram todas las familias de la tierra serán benditas (v. 3b). La bendición de Dios para Abram es únicamente para Abram, pero también tiene un propósito más amplio.
Bendiciones son importantes en la Biblia. Se cree que las bendiciones tienen el poder de traer cosas buenas al que es bendito. Génesis cuenta de gente bendiciendo a Dios (24:48) por medio de alabanza o expresiones de gratitud. También habla de gente bendiciendo a otra gente. La clásica historia de bendición es la de Isaac bendiciendo a Jacob en vez de Esaú (capítulo 27), una bendición que confiere a Isaac autoridad sobre Jacob – una bendición que no se puede revocar (27:33-38).
Pero las bendiciones más mencionadas de Génesis son las conferidas por Dios sobre la gente (1:28; 5:2; 9:1; 12:2-3; 17:16, 20; 22:17-18; 24:1; 25:11; 26:3-4, 12, 24; 35:9; 39:5). “La palabra ‘bendición’ en Génesis describe principalmente dos beneficios: la descendencia y la riqueza material” (Mathews, 113). Abram sí se hará rico (12:5, 16, 20; 13:2, 6; 24:35), pero no será bendito con una familia grande durante su vida.
Las bendiciones de Dios suponen ser duraderas, pero Dios guarda el derecho de convertir bendición en maldición si resulta que el bendito no se lo merece (Malaquías 2:1-3).
“y engrandeceré tu nombre” (v. 2c). Estas palabras recuerdan al pueblo de Babel que intentó hacerse un nombre por si mismo al construir una ciudad y una torre (11:4). Dios frustró su proyecto de satisfacción propia, y el único nombre que lograron hacerse fue Babel (confusión). Esto contrasta con la promesa de Dios a Abram, a quien ha escogido. Abram no necesita construir ciudades o torres para engrandecer su nombre, ya que su gran nombre será regalo de Dios. Abram solo necesita obedecer la orden, “Vete.”
“y serás bendición” (v. 2d.) Eruditos discuten la traducción de esta frase. Podría significar “serás bendito” o “serás fuente de bendición para otros” o “serás una bendición.” La intención de esta frase también podría ser que la gente dijera, “Qué Dios me bendiga tanto como bendijo a Abram” (Wenham, 276).
“Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren (umeqalelka – despreciar)maldeciré” (a’or – maldecir) (v. 3a). Dios bendice a los que bendicen a Abram. Hay un sentido de igualdad aquí – bendición como recompensa por bendecir y maldición por maldecir.
En cuanto a maldecir, la lengua hebrea tiene un dato digno de comentar. Aunque la mayor parte de las traducciones en inglés dicen “á los que te maldijeren maldeciré,” hay dos palabras hebreas diferentes (umeqalelka y a’or) con significados diferentes (“despreciar” y “maldecir”). Este versículo sería mejor traducido, “el que te desprecia maldeciré” (Wenham, 276-277).
“y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (v. 3b). “Elegir a Abram es, al principio, una acción exclusiva por parte de Dios, pero es una acción que busca un fin máximamente inclusivo” (Fretheim, 424).
Dios es el que hace estas promesas y Abram es el que recibe. No hay un sentido de intercambio equilibrado (quid pro quo) aquí. Las promesas de Dios son amplias y generosas. A cambio, Dios solo requiere que Abram obedezca su orden de irse (v. 1). En capítulo 15, Dios formaliza estas promesas con un pacto y establece una ceremonia que ha de acompañar los pactos.
“La promesa de darle hijos a Abram es como un hilo dorado que corre a través de toda la historia de la salvación de Dios, para que el apóstol Pablo pueda por fin escribir ‘todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por nosotros á gloria de Dios’ (2 Corintios 1:20)” (Achtemeier, 25).
En Su Palabra: «Id, Porque Fuisteis Llamado»
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