![]() |
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
|
¿Cuándo nace el temor?
Es interesante, pero si analizamos bien el temor veremos que es el resultado del pecado del hombre, como consecuencia de perder la seguridad que tenía en Dios, antes de la caída él no experimentaba temor, la primera vez que encontramos la palabra miedo es en Génesis.
“Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí” (Génesis 3:10)
Su miedo comenzó cuando notó que estaba desnudo. Desnudez implicaba mirarse a si mismo, mirar sus debilidades, su naturaleza, allí comenzó la justicia propia. Sin embargo, desnudez también se relaciona a desprotección, el hombre se sintió desprotegido, él dejó de ver a Dios como su protección, antes se sentía sin miedo ante Dios y ahora la voz de Dios lo lleva a tener miedo, pero no de Dios, en primera instancia, sino de su condición, ¿percibes esto? él se vio desvalido y tuvo miedo, él dijo: “tuve miedo porque estaba desnudo”.
Podemos decir que el miedo instintivo ante la incertidumbre en el hombre comenzó allí, a partir de allí toda circunstancia, toda situación le produciría miedo, es como si cada día el Señor preguntara a sus hijos dónde están, pues en lugar de acudir a Él simplemente se esconden. Sabemos que esa actitud de esconderse habla de tiempo de angustia, de pavor, de pensamientos de depresión. Solo imaginen que Dios preguntara dónde estamos y nosotros respondemos: “tuve miedo porque me dijeron que no aprové”, “tuve miedo porque me dijeron que tengo cáncer” “porque me dijeron que perderé el trabajo”. El miedo te aleja de Dios porque te hace desconfiar de su protección, puedes hasta seguir clamando, pero ya no crees, realmente solo es un desfogue emocional, recuerden a los discípulos en la barca que se hundía, acudieron al Señor, pero realmente no creían, solo estaban desesperados, por eso les dijo “hombre de poca fe”.
Frente a esto, vemos en Génesis, que Dios en su infinito amor mata a un animal, entendemos que es un cordero y que esto es el derramamiento de sangre por la paga del pecado y la piel serviría para protegerlos, para cubrirlos, para producir en ellos nuevamente la sensación de protección, le vuelve a mostrar su protección. Dios quiere quitar el miedo de él, pero para lograr eso Dios usa la muerte del cordero, esta es la revelación de Cristo, del sacrificio de Cristo, pero ahora el hombre tendría que creer, no fue suficiente el hecho de la protección, sino tenía que creer en el que le dio seguridad.
El miedo instrumento del maligno
Desde entonces el maligno usa el miedo para traer inseguridad y duda al corazón del hombre, porque es el miedo, como vimos, que no le permitiría tener confianza y paz, lo esconde de Dios, lo desliga de Cristo, porque lo lleva a confiar en su propia obra (las hojas de higuera), por eso que la Biblia dice que ahora el acusador está al rededor como león rugiente.
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:7-8)
Cuando el león ruge, la victima se paraliza. La palabra devorar en este versículo es exactamente lo que acontece cuando el león aprieta la tráquea de sus victimas y las ahoga poco a poco. Percibe en el verso anterior que la manera de evitar ser devorado, ahogado es confiando en Él, pues tiene cuidado de nosotros, es decir, es volver a confiar en la protección de quien murió por nosotros.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)
“Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:9)
La manera como resistimos es estando firmes en la fe, pero ¿en qué fe? ¿en qué se basa nuestra firmeza de fe? simplemente en la obra de Dios en Cristo, lo primero que hizo Dios en el Génesis después de la caída fue sacrificar un cordero, para darle seguridad al hombre que tenia miedo por estar desnudo, es decir, nuestra seguridad está basada en el sacrificio del cordero, es a través de su sacrificio que vencemos el miedo. Es necesario saber quién eres en Cristo, qué tenemos en Él y lo que esperas en Cristo.
Las aflicciones también producen miedo
El Señor dice: “Yo he vencido al mundo”, pero ¿por qué dice eso? porque las aflicciones del mundo son pasajeras, pero la obra de Él es eterna. El sistema de este mundo perdió poder cuando el Señor resucitó, porque las aflicciones de este mundo no tienen comparación.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18)
El pecado siempre te llevará a la puerta del miedo
El pecado te llevará a creer que Dios te abandonó, porque al pecar, que ya no es parte de tu naturaleza, siempre te sentirás separado de Dios que es santo santo santo, entonces el asunto no es convencerte de que todo está bien cuando has pecado, sino llevarte a creer que a pesar de tu error Dios no te abandonó, te sigue amando, sin embargo, cada vez que falles siempre tendrás esa sensación y esto será constantemente aprovechado por el maligno para acusar. La pregunta es ¿para qué vivir ese stress si eres un hijo vencedor”. Por eso dice que lleves cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.
La muerte también produce miedo
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14)
El maligno oprime a las personas, las mantiene en esclavitud a través del miedo. La mayor angustia es el miedo a la muerte, durante toda su vida muchos son atados a este miedo, esclavizados, conducidos a la depresión, allí el apóstol Pablo hace una declaración en la que debemos creer:
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”
(1 Corintios 15:55-58)
Por causa de eso debemos estar firmes y perseverantes. Creciendo siempre en nuestra vida diaria y en el compromiso con la obra del Señor. El domingo pasado, el Señor nos mostró en su Palabra, que mientras esperamos la promesa de su venida, debemos vivir la vida que Él nos dio con alegría, con felicidad, disfrutando cada momento, cada oportunidad que en Él tenemos.
“Oi tu voz y tuve miedo” | Angel M. Canon
Anterior | Siguiente |