El hombre cristiano debe aspirar a repetir al final de su camino las palabras del apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7). Para tal fin, la meta del cristiano es vivir como Cristo y poder expresar: “Yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).