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Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.Lucas 1:13 |
Lucas 1:11-17
Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Para meditar –
Tal y como explicaba ayer, Juan el Bautista, el hijo que Zacarías y Elisabet tendría, sería quien iría delante de Jesús para “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”. El ángel le dice a Zacarías que su nombre será Juan y que será grande delante del Señor. También le dice que tendrá una forma de vida especial de acuerdo a la magnitud del ministerio que iba a llevar a cabo: no beberá vino de sidra y estará lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Esto me recuerda a la historia de Sansón (Jueces 13:5) y a los votos nazareos de dedicación a Jehová (Números 6:2-21).
En lo que me quiero centrar hoy brevemente es en estas palabras del ángel:
Tu oración ha sido oída.
Zacarías y Elisabet eran ya bastante mayores, probablemente oraron mucho, muchísimo por un hijo que nunca llegó. Y quizás también, dada su edad, ya ni siquiera oraban por eso.
A veces oramos por algo durante mucho tiempo. Oramos por la salvación de nuestro esposo, o nuestros hijos. Oramos por una llamada al ministerio. Oramos para que Dios nos traiga a esa persona especial. Oramos por sanidad ante alguna enfermedad. Pero después de años y años de orar sin obtener respuesta, nos damos por vencidas… y comenzamos a dudar del amor de Dios por nosotras.
Pero tus oraciones sí son oídas. Cada una de ellas.
No desfallezcas, sigue orando, el Señor va a obrar. Quizás no exactamente como tú deseas, pero también eso Él te lo mostrará a Su tiempo.
Dios no se olvida de tus oraciones ¡no desfallezcas!
Predicas Cristianas – Juan el Bautista – Pastor Ricardo Caballero
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