romanos224

Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

Romanos 2:24

Que la doctrina no sea blasfemada sino adornada – Tito 2:6, 10

Introducción.

A. “blasphemeo, blasfemar, difamar o injuriar, se usa (a) de una manera general, de cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniante, como la de aquellos que injuriaban a Cristo, p.e, Mt 27:39, “injuriaban” (RV, “decían injurias”)… (b) de aquellos que hablan despreciativamente de Dios o de lo sagrado, p.e., Mt 9:3; Mr 3:28; Ro 2:24; 1 Ti 1:20; 6:1 …” 

B. El cristiano debe querer de todo el corazón que nadie hable en contra de la doctrina del Señor, pero estos textos nos hacen ver que para evitarlo tenemos que llevar vidas fieles.

I. El pueblo de Dios puede causar que el nombre de Dios sea blasfemado.

A. Cuando David cometió adulterio con Betsabé y causó la muerte de su marido Urías, el profeta Natán le dijo, “con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová”, 2 Sam. 12:14.

B. Rom. 2:24, “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” (los judíos).

C. 1 Tim. 6:1, “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina”.

D. Estos textos enseñan que el mismo pueblo de Dios puede causar que el nombre de Dios sea blasfemado. Por causa de la infidelidad del pueblo de Dios, el mismo nombre de Dios es vituperado.

II. La doctrina de Cristo puede ser blasfemada.

A. Tito 2:5, que las hermanas ancianas “enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.

1. Si alguna hermana no cumple con esta enseñanza, ella será criticada, pero también la doctrina que ella profesa creer y seguir será criticada. La doctrina que uno profesa creer y practicar es juzgada no sólo por la doctrina misma, sino también por la práctica (o la falta de práctica) de esa doctrina.

2. En realidad la gente sabe muy poca doctrina, pero todos saben que la mujer debe amar a su marido y a sus hijos, que debe ser cuidadosa de la casa, etc.

B. 1 Tim. 6:1, “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina”.

C. Los que conocen a los miembros de la iglesia no juzgan la doctrina de Cristo por lo que la Biblia dice, sino por las vidas de los miembros.

D. El cristiano no debe ser indiferente hacia lo que los del mundo piensen de él. La Biblia enseña que lo que piensen los de afuera es importante. Col. 4:5 “andad sabiamente para con los de afuera”; 1 Tim. 3:7, “También es necesario que (el anciano) tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”; 1 Tes. 4:11, “y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, 12 a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada”.

III. Por lo tanto, debemos procurar “adornar” la doctrina de Cristo.

A. Tito 2:9, “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; 10 no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”. (Los siervos fieles “adornan” la doctrina, pero los infieles causan que la doctrina sea “blasfemada”, 1 Tim. 6:1).

B. Esto quiere decir que los miembros deben llevar vidas que reflejan de manera favorable la doctrina de Cristo. La iglesia debe tener imán, debe atraer a la gente.

C. Parece que creemos que con pura enseñanza y predicación debemos convertir a la gente, pero Jesús dice (Mat. 5:16), “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. El nombre de Dios no es blasfemado por la vida del fiel discípulo de Jesús; más bien, su nombre es glorificado. Véase también Fil. 2:15, “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”.

D. 1 Ped. 2:12, “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”; 4:11, “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

E. 1 Ped. 3:15, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Si la vida de los cristianos verdaderamente refleja a Cristo y su doctrina, los de afuera tendrán el deseo de entender cuál es la base de su esperanza; es decir, querrán saber la explicación de su conducta, su habla y su actitud. En muchos casos los de afuera se animan a convertirse, porque quieren ser como los cristianos.

F. El sermón de la vida del cristiano es muy persuasivo. 1 Ped. 3:1, “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, 2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa”. La mujer que gana a su marido incrédulo tiene que poseer la belleza interna. 1 Ped. 3:4, “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.

G. Hech. 11:24, “Porque (Bernabé) era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor”.

Conclusión.

A. Seamos fieles, pues, para no causar que la doctrina sea blasfemada.
Por el contrario, hagamos todo lo posible para que sea adornada.

B. Para lograr este propósito es muy importante el vestido del cristiano. (Es conocido por su “ropa”). Hay que vestirnos de Cristo (Rom. 13:14) para adornar la doctrina de Cristo. Este es el “uniforme” del cristiano.

1. Efes. 4:22, “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (véase también Col. 3:9, 10).

2. Efes. 6:11, “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.

3. 1 Tes. 5:8, “habiéndonos vestido con la coraza de fe y amor”.

4. 1 Ped. 3:3, “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible”.

C Apoc. 19:8, “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.


El peligro del autoengaño | Romanos 2:17-24 | Ps. Sugel Michelén

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