numeros1333

También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Números 13:33

Introducción.

La historia que se explicará a continuación es real –siempre y cuando creamos que la Biblia es veráz-. Dicha historia ocurrió mucho antes de la era cristiana, allá por el 1250 a.C. Esta historia la ubicamos en el Antiguo Testamento, específicamente en los libros de Números y Josué.

Síganme pues voy a relatar este sermón en dos partes.

Primera Parte:

APLASTANDO GIGANTES (Números 13:17 hasta el 14:10)

Los israelitas habían estado esclavizados en Egipto por 400 años hasta que Dios los libera por medio de su siervo Moisés (Éxodo 1, 13 y 14).

La liberación total consistía no sólo en abandonar el país opresor, sino, establecerse en una nueva tierra, una zona geográfica distante miles de kilómetros de Egipto (Dios siempre nos pide salir de la zona de confort si deseamos ser bendecidos). Esa región a la cual debían dirigirse es llamada “la tierra prometida” (Canaán), que comprende la zona de Palestina en la actualidad

. Recuerda esto: La tierra prometida está delante de ti, pero sólo podrás llegar a ella cuando hayas atravesado el desierto, no antes.

En Números 13:17 hasta el 14:10 se nos relata que cuando los israelitas estaban a punto de entrar a la Tierra Prometida Moisés decide enviar doce espías (uno por cada tribu), para inspeccionar el lugar antes de que el pueblo llegara para establecerse (una excelente idea).

Los israelitas estaban acampando en el desierto de Parán, una zona intermedia entre Egipto y Canaán. Desde ahí enviaron a los espías y todo el pueblo esperaba los informes de éstos. Leamos el pasaje bíblico en Números 13:17-33.

¿Cómo era la Tierra Prometida?

La tierra inspeccionada por los espías era en extremo buena (Núm. 14:7), era fértil y apta para vivir, cultivar y criar ganado; los frutos de la tierra así lo demostraban (leer 13:23-24). Era una tierra que “fluía leche y miel”.

¿Quiénes habitaban esta tierra?

Al leer cuidadosamente el texto bíblico (leer 13:28-29) encontramos que Canaán estaba habitada por personajes que produjeron espanto y dolor en los israelitas: Gente preparada para la guerra (Amalecitas, Hititas, Jebuseos, Amorreos y Cananitas); Habían ciudades amuralladas (difíciles de conquistar); y por si fuera poco, habitaban ahí los hijos de ANAC. Los anacenos (hijos de Anac) eran una raza de hombres y mujeres de gran estatura, se les conocía por su fiereza y salvajismo en las batallas.

– ¿Qué nos enseña esto?: Las mejores bendiciones son precedidas por dificultades.

¿Cómo se sintieron los espías ante esta situación?

Los espías son drásticos a la hora de dar el reporte a Moisés y el pueblo. Literalmente ellos se desmoralizan ante la situación que vieron sus ojos. – En 13:31 los espías dijeron: “No podremos pelear contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”.

  • En 13:32 dijeron: “La tierra por donde pasamos es tierra que traga a sus moradores, y todo el pueblo que vimos en ella es gente de gran estatura (gigantes)”.
  • Y por si fuera poco, en 13:33, los espías dicen: “Éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”.

¿Cómo reaccionó el pueblo ante este Informe?

En Números 14:1-4 se relata que el pueblo comenzó a hablar mal de Dios diciendo: “Ojalá hubiésemos muerto en Egipto, ojalá muriéramos en el desierto”. También quisieron derrocar a Moisés y designar caudillos que los llevaran de vuelta a Egipto

. En otras palabras se dejaron influenciar por el negativismo de los malvados.

Caleb, un Hombre Diferente (Números 13:30 y 14:6-9.

Sin embargo Caleb vio los mismos gigantes y las mismas ciudades amuralladas que los otros espías, pero los 10 espías regresaron para transmitir un pesimista “informe malvado”. Las palabras de Caleb proclamaron una convicción, una confesión de fe ante todo Israel: “más podremos nosotros que ellos” (Núm. 13:30). Él había reconocido el terreno, algo que nos recuerda que la fe no es ciega. La fe no niega la realidad o la dificultad; declara el poder de Dios.

En 14:6-9 Caleb y Josué declaran al pueblo que “Dios nos llevará a esta tierra que fluye leche y miel, nos la entregará… Porque nosotros los comeremos (a los gigantes) como pan”. Todo esto me lleva a pensar que la única manera de triunfar en la vida es comportarse de manera diferente, ya saben, “no dejarse moldear por el sistema de este mundo” (Romanos 12:2). ¡Estamos llamados a marcar la diferencia!

¿Qué aprendemos de esta Primera parte del Sermón?

Todas las personas tenemos gigantes en nuestras vidas, gigantes que debemos enfrentar. Algunos ejemplos: Problemas en nuestro matrimonio; crisis con nuestros hijos; dificultades en nuestras empresas, negocios o proyectos; depresiones internas, crisis emocionales, dramas personales, etc. Los gigantes son una realidad y a veces son gigantes enormes, pero éstos pueden ser aplastados si confiamos en Dios.

Pero, ¿Cuál fue la diferencia entre los 10 espías pesimistas y Caleb y Josué? Estos últimos miraron a los gigantes a través de los ojos de Dios.

II. DERRIBANDO FORTALEZAS (Josué 6:1-10 y 20)

Cuarenta años habían pasado desde el incidente del informe de los espías, en el desierto de Parán. Ahora Josué lideraba a Israel ya que Moisés había partido con el Señor.

La misión de Josué era sencilla en teoría, pero difícil en la práctica: Introducir y establecer a Israel en Canaán, la Tierra Prometida. Sin embargo, como vimos en la historia anterior, esta zona geografía (actual Palestina) estaba habitada por gigantes, hombres de guerra y ciudades amuralladas.

La primera ciudad que Josué debía tomar era Jericó. Según los arqueólogos, una de las primeras ciudades del mundo en ser construida. Lo particular de esta ciudad eran sus enormes muros de contención, construidos para repeler y resistir cualquier ataque de ejércitos extranjeros, saqueadores o desastres naturales. Jericó era una obra de arquitectura única en su tiempo. Tenía un doble muro de 9 metros de alto que recorrían la ciudad. El muro exterior tenía un grosor de 3,70 metros de ancho, el muro interior, 1,80 metros de ancho. Entre un muro y otro había una distancia de 4 a 8 metros. Los muros se unían a intervalos por puentes y torres de vigilancia ubicados estratégicamente en diferentes puntos de la ciudad. En teoría, era imposible penetrar tal fortaleza.

¿Qué hacer frente a tal Situación?

Los israelitas tenían orden de Dios de conquistar la ciudad, no evitarla, no ignorarla; sino, conquistarla, pero, ¡¿Cómo?!

La estrategia no convencional sugerida por Dios incluía caminar en silencio y esperar. Esto a los humanos no nos gusta puesto que tener el control y crear soluciones es algo que nos pone en dominio de cualquier situación, pero silenciar nuestra boca y esperar nos desespera porque cedemos el control a otro, en este caso a Dios. Esta peculiar marcha, repetida día a día, sin aparentes resultados, constituía una prueba de obediencia y confianza de parte del pueblo. Leamos el Salmo 37:34, “Espera en Dios y cumple su voluntad, Él te pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos!”.

Josué 6:10, ¡Silencia la Incredulidad!

Muchos pasajes en la Biblia nos instruyen a esperar en Dios, a estar quietos y callados en su presencia (Éxodo 14:13-14; 2ª Crónicas 15-17; Salmos 37:7-8; Salmos 40:1; Salmos 42:5, entre otros). En este versículo (6:10), Josué manda a los hijos de Israel que mantengan silencio mientras caminan alrededor de la ciudad de Jericó. No cabe duda de que Josué guardaba el recuerdo de que los 40 años de castigo en el desierto se debieron a la murmuración incrédula del pueblo. En esa ocasión, los espías regresaron con un reporte motivado por lo que la gente ve cuando no está conectada con Dios

. Su destino quedó sellado cuando pusieron en duda la capacidad del pueblo para tomar la Tierra Prometida.

Con estas lecciones históricas en mente, la directriz de Josué sobre mantenerse en silencio constituye una advertencia para nosotros. Cuando confrontes grandes retos, no permitas que tus labios pronuncien palabras incrédulas. No te atrevas a pronunciar palabras desmoralizadoras. ¡Las palabras pueden atar o desatar, de ahí la orden de guardar silencio! En ocasiones no podemos decidir lo que vemos o escuchamos, pero la renuncia a manifestar duda o temor inclinará nuestros corazones hacia lo que Dios puede hacer (Proverbios 16:23-24; Proverbios 30:32).

¿Qué aprendemos de esta Segunda parte del Sermón?

En Josué 6:20 se nos dice que los muros de Jericó cayeron y luego el pueblo “conquistó la ciudad inconquistable”.

¿Cómo ocurrió esto? Debemos notar que la estrategia utilizada en esta conquista no fue humana, sino divina. Fue Dios quien le dijo a Josué lo que debía hacer. A veces pensamos que Dios habla sólo a cierto tipo de personas, quizás las más espirituales, pero la verdad es que Dios habla a todos los seres humanos. A algunos les habla para corregirlos, a otros para animarlos y a otros para indicarles el camino. La diferencia entre aquel que escucha a Dios y el que no es precisamente eso: ¡Hay que escuchar a Dios! Dios habla de muchas maneras, por diferentes medios y siempre a tiempo. Cuando aprendamos a escuchar a Dios y obedecerle, seguramente nuestras vidas cambiarán positivamente (leer Mateo 7:24-27).

Todos los aquí presentes tenemos fortalezas en nuestras vidas. Las fortalezas se diferencian de los gigantes porque éstas simbolizan un conglomerado, agrupación o varios problemas que juntos, conforman muros altos y gruesos que no nos permiten alcanzar la plenitud que Dios ha prometido para nosotros (Juan 10:10).

¿Qué hacer frente a estas fortalezas? Si ya has probado con estrategias humanas, ¿has pensado en callar tu boca y esperar en Dios? ¡Tal vez eso fue lo que debimos hacer desde el principio!


¿Mentalidad de esclavitud o de Reino? – Orlando Reyes

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