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Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído.

Oseas 14:1

El libro de Oseas solamente podía terminar de una manera: con una nota de amor, de invitación a la reconciliación. Sí, el pecado es grande, pero mayor es la gracia. La ingratitud e infidelidad es grave, pero el amor es infinito. Dios abre sus brazos y termina este libro con una invitación: “Regresa a mí”.

Verso 1: Vuelve, oh Israel, a Yahvéh tu Dios, porque por tu pecado has caído.
Verso 2: Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Yahvéh, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.
Verso 3: No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

Estos versos están redactados en forma poética y son una llamada a la conversión. La invitación incluye: volver y hablar. El pecado de Israel desvió al pueblo del sendero correcto, se alejó de la comunión con Dios, cayó; por tanto, como el hijo pródigo, debe levantarse y regresar al hogar. A esta acción la Biblia le llama: ARREPENTIMIENTO.

Hablar es, en este caso, restablecer la comunicación con Dios. Yahvéh instruye amorosamente a quienes desean la conversión indicando lo que deben decir: primero “quita toda iniquidad”, perdona nuestro pecado; segundo “acepta el bien”, restablece la relación de pacto (sólo Dios puede hacerlo y el pacto es el supremo bien); tercero “ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”, en vez de ofrecer sacrificios de animales (ritualismo), se promete ofrecer una alabanza genuina, fruto de un corazón agradecido: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él (Jesús), sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (He 13:15); cuarto, el v4 describe la confesión (reconocimiento) de pecado, debemos decir con toda claridad a Dios que es en lo que estábamos pecando, en el caso de Israel: poner su confianza en Asiria, el gusto por la guerra y el hacer y adorar ídolos. A esta acción la Biblia le llama: CONFESION.

“En ti el huérfano alcanzará misericordia.” Dios sacó a Israel de la esclavitud en Egipto, lo adoptó como hijo; pero el pueblo, con la idolatría, anuló el pacto y se convirtió en “huérfano”; pero Dios se compadece del huérfano y así Israel puede regresar a la relación de pacto. En nuestra miseria espiritual, en nuestra orfandad, Dios sabe responder para auxiliarnos. La palabra misericordia describe el amor de Dios que sabe “sentir” (compadecerse) lo que sufre la persona. Cuando estamos sufriendo amargamente, a causa de nuestro pecado y clamamos a Dios para perdón y salvación, Dios sabe sentir lo que sufrimos y con tierno amor nos abraza, como el papá del hijo pródigo. ¡Dios sí entiende lo que sufres!

Verso 4: Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.
Verso 5: Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.
Verso 6: Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano.
Verso 7: Volverán y se sentarán bajo su sombra; serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid; su olor será como de vino del Líbano.
Verso 8: Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré a él como la haya verde; de mí será hallado tu fruto.

Las frases que se utilizan en estos versos son del mismo tono que las utilizadas en el libro de Cantares; Dios se muestra aquí como el esposo enamorado que “habla al corazón” de la amada. Con gran ternura Dios manifiesta su bondadosa acción a favor de su pueblo arrepentido. Dios no quiere juzgar, no quiere castigar, no quiere que su pueblo se pierda; lo único que desea es que su pueblo regrese.

Dios es como el padre de la parábola, que cada día se asomaba al horizonte en espera de su hijo, hasta que un día, al ver que viene, corre a abrazarlo. Yahvéh nuestro amado Padre celestial, quiere nuestra conversión; le duele nuestra miseria, nuestra derrota, nuestras heridas; le duele ver como somos tratados como huérfanos de la calle, siendo que Él nos quiere adoptar en su familia como sus hijos

En v4 Dios promete sanar todas las heridas infringidas por la rebelión de su pueblo. También, promete amar a su pueblo, no por sus virtudes o méritos, pues nada de ello tienen al regresar, sino “de pura gracia”, porque sí, porque Dios es amor, porque ese es el anhelo de Dios. El padre amó al hijo pródigo aunque al regresar éste no traía nada, todo lo había malgastado viviendo perdidamente. Dios nos ama porque nos ama.

En v5 el rocío significa la fuerza vivificante de Yahvéh, que actúa sobre Israel, para hacerlo florecer. Dios nos dará nueva vida, muchas ganas de vivir con gozo.

El destino de Israel puede ser como “el tamo que la tempestad arroja de la era” (13:3) o, puede extender “sus raíces como el Líbano” (14:5) El primero es el “pago” (consecuencia) de la rebelión, el segundo es el regalo de Dios: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Ro 6:23) ¿Cuál será tu destino? Tú decides, la invitación sigue abierta aun hoy. No seas arrastrado por el pecado, echa raíces firmes y florece en la vida abundante que Dios tiene para ti.

El v6 describe la triste experiencia de Israel, que buscó a los Baales para asegurar la fertilidad de la tierra; ahora, el fruto de su conversión, será una vida abundante, con propósito y no sólo la fertilidad de la tierra ¡Qué ciegos estaban! Y nosotros ¿Estamos siendo seducidos por el engaño de las riquezas? La promesa de perdón de Dios incluye la restauración y la prosperidad, nuestra vida será tan hermosa como un fructífero y perfumado huerto.

El v7 describe las dos acciones clave de la experiencia de salvación: primera, volver, regresar a la comunión de pacto con Dios y, segunda, sentarse bajo la sombra de un frondoso árbol, símbolo maravilloso de disfrutar de la paz divina.

Lo único que Dios ha querido siempre, desde el huerto de Edén, es que el ser humano pudiera sentarse bajo la sombra de un árbol frondoso a descansar y disfrutar de una amena charla con Él, en paz ¡Cuántas mentiras han colocado los seres humanos alrededor de esta sencilla verdad! Ritualismo, tradición, superstición (11:12)

El v8 está dedicado al grupo de mayor responsabilidad, aquel sobre el que se profetizaron las mayores calamidades. Efraín, el grupo sacerdotal, si se convierte, también recibirá el perdón; si para ellos aún hay promesa de perdón, entonces también para ti y para mí hay verdadera esperanza ¡Que gozo!

Para ellos, para nosotros, para todos, Yahvéh será árbol frondoso en cuya sombra podremos ¡al fin! disfrutar de paz divina.

Verso 9: ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Yahvéh son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos.

Si alguno, al leer Oseas se escandaliza es por su actitud de rebelión hacia Dios y su amor paternal. Lo mismo puede aplicarse a cualquier pasaje de las Sagradas Escrituras. La gente ve contradicciones y desamor en ellas, aunque la Biblia es la historia de amor de Dios buscándonos para formar la familia de Jesucristo.

El tema del camino de Yahvéh: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:13-14)

Comprender es recorrer un camino, involucra esfuerzo intelectual y actitud correcta. Nosotros hemos camino juntos, en compañerismo fraternal de iglesia, iluminados por el Espíritu Santo, a lo largo de este maravilloso libro del profeta Oseas y en el camino Dios nos ha hablado con claridad asombrosa, hemos recibido palabra de consuelo y de consejo, de ánimo y de reprensión, hemos reído y llorado; pero sobre todo, hemos reconocido que Dios nos ama apasionadamente como un Padre que busca intensamente regresar al hijo pródigo a casa.

Así se lee la Biblia, en compañerismo, con sentido de expectación, como una aventura, con mente abierta y con esa seguridad de que habremos de encontrarnos siempre con Yahvéh, Dios de amor, que a lo largo de toda la Biblia nos dice: regresa a mí. Amén.

De regreso a la cruz – Itiel Arroyo

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