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… pues recibieron la palabra con toda solicitud…

Hechos 17:11

Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Hoy quisiera compartirle precisamente de la reacción que tenemos ante la Palabra de Dios. Hay dos formas de reaccionar. Como pueden darse cuenta, a lo largo de toda la historia la preciosa Palabra de Dios ha producido dos efectos en la vida del ser humano. O puedes recibirla, o puedes rechazarla. Hay quienes la oyen pero no la escuchan; hay quienes la escuchan pero no la practican. Hay quienes de plano la aman, pero hay otros que la aborrecen.

¿Ustedes conocen gente que aborrezca la Palabra de Dios? Sí. Hace algún tiempo supimos de una historia muy simpática. Un hombre y unos jóvenes y una congregación muy hermosa. Fueron al sistema de transporte colectivo y llevaban folletos con pequeñas porciones del Evangelio según Juan. Y entonces le obsequiaron a un hombre un folleto, y este hombre tomó el papelito e inmediatamente les dijo, miren lo que hago con su folleto. Y se fue y los muchachos se quedaron ahí conflictuados.

Pero resulta que uno de los trozos del folleto que había roto, se le quedó pegado en el saco a este hombre. Y el papelito traía un pedazo de la palabra de Dios que decía: “Y Jesús dijo”. A lo largo de un buen rato, este hombre ya no sabía ni qué hacer porque, Y Jesús dijo, y Jesús dijo. Y se llenó tanto de nervios de no saber qué había dicho Jesús, que anduvo buscando por todos lados, hasta que encontró otra vez a estos muchachos y pues se convirtió al Señor Jesús.

Porque aún por muy pequeña que sea la Palabra, cuando nosotros nos abrimos al poder de la Palabra, puede cambiar por completo nuestra vida. Así que hay dos formas de reaccionar, o la rechazamos o la aceptamos, pero aceptarla implica muchas cosas. Algunas veces el efecto de la Palabra de Dios como dice el apóstol Pablo en 2 Corintios, ocasiona en nosotros olor de vida para vida, pero también dice, para otros es olor de muerte. Porque la rechazamos y trae muerte, y entonces cuando la gente rechaza la Palabra, produce olor de muerte.

Entonces ahora vamos a comparar dos textos que traemos para este día, para que usted pueda ver precisamente el efecto contrario, después vamos a analizar cada uno de estas efectos y finalmente como siempre hemos hecho, tendrás que reaccionar respecto a lo que habremos compartido.

Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Ahora, te quiero llevar a la cita contraria, Jeremías 6:10 ¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman.

Cuando lees estas dos cosas, ¿qué piensas de estas gentes que están escribiendo Jeremías? ¿Qué piensas de estos cristianos de Berea? Vamos a tratar de analizar las dos cosas. En el asunto de los cristianos de Berea, sabemos que Pablo en el segundo de sus viajes llegó precisamente desde Macedonia, llegó al puerto de Filipos, de Filipos empezó a bajar, empezó a formar gente que estaba instruyendo, todo esto está en Hechos 17. Pero luego llegó a Berea, era un lugar pequeñito, bien hermoso. Y en ese lugar Pablo empezó a compartir el Evangelio de Jesucristo y la reacción que la gente tenía, era una fe impresionante de la Palabra de Dios, escudriñaban lo que decía Pablo, veían, buscaban.

Recuerde qué diferencia además, que lo que tenemos ahora, porque en aquella época no había Palabra escrita. Pablo les decía: “en el libro del profeta”. Y tenían que ir y sacar en las sinagogas, ver si alguno de los escribas tenía algún rollo, juntarse con él y estar ahí consultando. Y preguntarle al escriba y al doctor de la ley convertido, “oye eso que dijo Pablo, ¿qué tanta base bíblica hay?”. A ver vamos a ver y escudriñaban dice, y veían que era así. Y su fe se fortalecía. Eran gente totalmente sensible a escuchar la Palabra de Dios, a oír de Jesucristo.

Ahora ve y compara con esta gente que menciona el profeta Jeremías, dice: es una gente terrible, es algo espantoso en ellos. Dice: He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman. Imagínate que cuando un profeta de Dios llega a la conclusión de que ha hablado en el nombre de Dios, y el pueblo no reacciona, y les ha estado exhortando y exhortando. Pero al pueblo dice, es que cuando les digo la Palabra de Dios les parece cosa vergonzosa.

Esto es una reacción muy terrible al escuchar la Palabra de Dios. Ahora, ¿tú has oído y has sentido eso en carne propia? Cuántas veces has compartido la Palabra de Dios y te encuentras con personas que reaccionan inmediatamente ante lo que tú les dices, y dicen: “Yo quiero”. Pero también hay personas que te dicen, algunos te dicen como Festo, ¿Recuerdas? Te Oiremos de esto otra vez. O como el rey Agripa: “por poco me persuades a ser cristiano”. Y otros más de plano te dicen: “Sácate de aquí con tus choros religiosos”. ¿Verdad? Tienen una reacción terrible ante la Palabra.

Pero hay algo que entonces quisiéramos ahora ver los dos puntos en antagonismo. Hay entonces personas que oyen y consideran la Palabra, y desean más de la Palabra. Pero también hay personas que rechazan, se avergüenzan y no quieren saber nada de la Palabra de Dios. Ahora, has una evaluación interior y de inmediato así como que considera tu propia posición. Hace unos momentos cuando preguntamos cuántos leían la Palabra, yo estoy totalmente convencido de que en este lugar se estudia mucho la Palabra de Dios. Hay muchos cursos, los lunes, los martes, los jueves, los sábados, pocos días de la semana no estudia n aquí, ¿verdad? Por eso es un Instituto, es una iglesia que enseña.

Pero cualquier cosa que tú pongas sobre tu cuaderno, llenes tus cuadernos con todo y que te den así engargolados, y toda la cosa, si tú cuando acabas esos cursos, nada más los vas apilando ahí y nunca vuelves a abrir la Escritura para compararlos, no te sirven absolutamente de nada. Es más, va a llegar un momento en que vas a caer en la posición de los de Jeremías 6, no quieren escuchar, la Palabra no la aman.

¿Cuántos de ustedes podrían decir esta mañana, y hablar con Dios y decirle, Señor yo amo tu Palabra? Todos. ¿Seguros? Bueno porque de cualquier manera si no la amas, mira lo que te espera. Fíjense, vamos a ver la exhortación de un profeta que le habla Dios, y vamos a ver la reacción del pueblo.

Zacarías 7:8-11 Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: 9Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; 10no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.

A ver, todo lo anterior tú pudiste decir no hermano para nada, yo no oprimo a la viuda ni al huérfano, ni al extranjero ni al pobre, cómo crees hermano. Pero ahora quiero saber, ¿cuántos piensan mal contra su hermano? Ahora, fíjese cuando les dice: ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Sigue diciendo: 11Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír.

Cuando uno lee esta frase, se acuerda uno perfectamente lo que ocurre en Hechos 7, aquella vez que empezando desde los principios de los tiempos cómo Esteban dice que estaba lleno del Espíritu Santo, resplandecía su rostro cuando estaba exhortando al pueblo duro de corazón, y les estaba hablando un mensaje poderoso de la Palabra de Dios. Y al final cuando los confronta les dice: Duros e incircuncisos de corazón, ustedes siempre rechazan la Palabra de Dios. Y en ese momento dice que éstos se taparon los oídos y arremetieron contra él y rechinaban sus dientes y agarraron piedras y duro contra Esteban, y duro y a la cabeza. Y mataron a Esteban.

Algunos de nosotros no tenemos que golpear a los que predicamos o predican la Palabra, simple y sencillamente volteamos la espalda. Lo que me dijiste me vale, así de sencillo. Sí está muy bien tu exhortación, pues ¿qué crees? Tienes razón pero voy a hacer lo que yo quiera, eh. Te has topado con eso, te ha tocado alguien así todo tierno que te diga: ay hermano de verdad cómo te agradezco lo que me dices, de verdad muchas gracias, qué bueno eh. Y te ven así como que te giran unos 180 grados y casi así como que te van empujando para afuera de la puerta. ¿Te ha pasado? O ¿tú has reaccionado así? Porque también sucede ¿verdad? Siempre decimos, ay hermano pues sí ellos dicen.

Pero fíjese lo que dice aquí, versículos 12-13 Y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. 13Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos.

La oración tiene también dos efectos. Algunas veces tú estás orando constantemente a Dios y estás hablando con Dios y estás derramando tu corazón delante de Dios; y es más suplicas delante de Dios, hasta intercedes delante de Dios. Y la pregunta otra vez será, ¿y cuánto tiempo dedicas para escuchar si Dios escuchó tu oración? Porque si tú no prestas la atención para escudriñar su Palabra, para ver lo que se te dirá. Hay gente que ora mucho, pero no lee la Biblia. Ay hermano ya oré, ya clamé a Dios. Y ¿qué te dijo Dios? Pues estoy esperando a que me diga. ¿No abriste ni siquiera la Biblia después de orar? Ah, ¿qué se tiene que abrir?

¿Cómo te va a hablar Dios, cómo vas a escuchar lo que Él te dice, cómo vas a ser sensible? Si tú no te llenas, bueno en algunas veces es al revés, por ejemplo tú empiezas a estudiar mucho la Palabra. Después oras, y cuando ya escudriñaste suficiente la Palabra y después oraste, ¿qué sucede? Viene a tu mente como si fuera un impreso una porción de la Escritura, tal vez venga un texto o tal vez venga un pasaje completo que hasta lo puedes repetir.

Algunas veces te ha pasado que cuando has estado en comunión con Dios, andas todo el día con un texto. Y dale con el texto y dale con el texto y no te lo quitas ¿verdad? Y a veces está incompleto. Finalmente te decides y empiezas a buscar y dices: “bueno ¿qué me quiso decir Dios a través de este texto?”. Y ya lo encuentras y lo lees, y lo lees varias veces, y dices ay, aquí hay algo que Dios quiere conmigo. Y empieza a producir el efecto ese texto en tu corazón. Pero tienes que escudriñar la Palabra.

Ahora tú me puedes decir: “hermano la estoy leyendo”. ¡NO, no, no se trata de que la leas sino de que la escudriñes. Y escudriñar quiere decir analizar con todo detenimiento y cuidado. Bueno los casados me podrán entender más esto, así como escudriñaste a tu novia con la que te casaste, si no, no te hubieras casado. Si nada más la viste, no te casas. Miren, hay un efecto especial en los adolescentes; ven una muchachita y así se emboban, se paralizan, les tiembla el corazón.

Y la ven, pero de repente a veces la empiezan a tratar, la escuchan hablar y algunas veces pues la apariencia exterior y lo que dicen, nada que ver. Y así que después de que se desilusionan al oírla hablar sucede que les ocurre, les voy a comentar de un poema que hace muchos años un español famoso, Gustavo Adolfo Becker; si alguno de ustedes lo ha leído me dará la razón. La primera vez que yo lo leí ah cómo me reí, este hombre está describiendo a una mujer bellísima, bellísima.

Imagínese, su pelo, su cabello como cascadas allá en el mar, que los vientos la mueven. Que su caminar es como el suave murmullo de las olas en el mar. No, no, no, describe lo más maravilloso que dice. Pero de repente se pone muy serio Gustavo Adolfo Becker, y dice, que es estúpida, dice, ¡va, mientras callando guarde oscuro el enigma, valdrá más lo que ella calle, que lo que cualquiera otra me diga!

En otras palabras estaba preciosa, pero que no abriera la boca. Algunos jóvenes, algunas veces les pasa algo semejante. Bueno eso también va con los muchachos, algunas veces los ven muy guapos a los muchachos pero, pero mejor que se callen. Les voy a decir algo que acaba de descubrir mi esposa, ella es psicóloga educativa. Ella acaba de recibir un informe, ella está tomando un curso avanzado que se llama “Neurolingüística”. El efecto del lenguaje a través del uso de las neuronas y todo eso.

Resulta que dice que nosotros los mexicanos, los que leemos en español, tenemos cerca de 90 mil palabras en el vocabulario español. Imagínese 90 mil palabras en el idioma español. El problema es que el mexicano contemporáneo utiliza cuando mucho 2 mil palabras en su lenguaje español. Y quiere que le diga ¿cuántas palabras usan los adolescentes? 90 palabras en promedio. Es escalofriante, es terrible.

Entonces imagínate una muchachita que ve al galán todo guapo, pero luego lo oye hablar, y no comunica. Todo es con monosilábicos, oye ¿cómo te va? Bien. Yo he hablado con muchachos y les pregunto, ¿oye me puedes comunicar con tu papá? ¿Cómo estás hijo, qué cuentas? Bien. ¿Cómo te va en la escuela? También muy bien. ¿Qué te has hecho? Nada. ¿Cómo está tu papá? Ahorita se lo paso. Se queda con el teléfono frío. Bueno ¿sabes por qué es esto? Precisamente porque no llenamos de palabras correctas nuestro corazón.

Cuando tú sientes amor por la Palabra de Dios y te llenas de la Palabra, ésta fluye en tu vida y nunca te faltará vocabulario. Pero el gran fundador de la iglesia metodista en el mundo, el gran Juan Wensley, que fundó el movimiento que nunca él le llamó así pero la gente le puso ese nombre, él decía: “permítanme ser el hombre de un solo libro, nada más. Permitidme ser el hombre de un solo libro”. Y el hombre era un erudito en la Universidad de Oxford, pero él quería solo conocer la Biblia. Él quería llenarse de la Palabra de Dios, y vaya que se llenó de ella y nos bendijo tanto con su doctrina y con lo que aprendió.

Pero imagínate que aquí vemos que hay gente que dice que no quisieron escuchar. Vamos a analizar aquí en Zacarías 7, y veamos cuál es el proceso de cómo una gente a veces se va endureciendo ante la Palabra de Dios. Esto es tremendo. Mire hay como un efecto, suponte y solo suponte, yo creo que aquí, yo oía ahorita en la alabanza y en la adoración, sí sentí como que hay una santidad flotando en el ambiente. Así que solo suponte, por alguna circunstancia extraña que esta palabra no es para ti, o sea, estamos hablando entre santos, así que no hay ningún problema.

Pero fíjate como es el proceso de las personas que se endurecen ante la Palabra. Primero dice, versículo 11 Pero no quisieron escuchar. Te decía que suponte que se para tu pastor aquí y que tú tuvieras un pecado persistente. Que conste que solo es una suposición, no hay tal cosa aquí, no hay aquí quien no haya podido dejar el tabaco, no hay aquí quien no haya podido dejar el alcohol. Alguno de ustedes podrá decir: “ay hermano pero eso en nada nos afecta”. Bueno ¿cuántos han podido dejar el chisme? ¿Cuántos han podido dejar la televisión muchas horas? ¿Cuántos han podido dejar de oír mucha música mundana? El otro día yo venía en una combi, venía oyendo una cosa aberrante, estaba yo espantado.

Y decía: y esto ¿qué es, es música? Y veía a dos adolescentes en el asiento de enfrente de mí, “y sube la gasolina, y baja la gasolina”. ¿Han oído eso? No es así como que se descompuso por completo el arte. El arte musical, aquí que tanto valor le dan al buen arte musical. Ahora imagínate sube la gasolina y baja la gasolina. Bien realmente es feo, se baja uno de la combi y por alguna circunstancia así que te bajas y te van temblando las orejas. Y ¿sabes qué es lo más grave? Que después ahí andas repitiendo: “Y sube la gasolina, y baja la gasolina”. El efecto subliminal ¿verdad? Es terrible.

Bueno entonces el proceso, tú tienes un pecado persistente, ¿de acuerdo? Que conste que es una suposición. Y vienes ante tu pastor, el pastor te dice: “la Palabra del Señor dice…”. Vamos a poner el ejemplo típico, una persona que tenga una profunda debilidad por el alcohol, yo sé que aquí no hay nadie que tenga esas debilidades. Pero suponte que el pastor llega y empieza a leer proverbios 23:31, donde dice: No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente. Y todo eso.

Y lo lee aquí, y te cimbra la Palabra y dices: ¡Qué tremenda Palabra, qué unción tiene mi pastor! Cuánta sabiduría. Y entonces cuando llegas a tu casa, dices, cómo me afectó esta predicación. Qué bueno es el pastor, qué sabio, cuánta sabiduría. Bueno con permiso, ¡salud! ¿Puede funcionar algo así? Ahora, yo me estoy yendo a un ejemplo extremo, ¿se nota? Para torcer un poco el ánimo. Pero hay cosas tan sencillas, ahora te las planteo. Y tú me vas a decir: Ay hermano. Porque miren, algunas veces oímos Marcos 11, y dice Dios y está hablando Jesús, y dice, si tú no perdonas, vuestro Padre que está en los cielos no te perdonará cuando ores.

Y tú oyes esa palabra y dice, perdona a tu enemigo y ora por él, bendícele. Y tú oyes la Palabra y así hasta te tiembla todo y dices: “bendita Palabra de Dios”. Y de repente resulta que pasa el tiempo, y por cierto me acaba de pasar. Esto se los quiero comentar. Hace muy poco tiempo, una preciosa abuelita de 91 años, la más abuelita de nuestra congregación, acaba de fallecer. Y pues hubiera visto todo el asunto este del funeral y todas esas cosas, desde ir a conseguir en el municipio que le regalaran una caja, porque era gente muy humilde. Y resulta que cuando ya teníamos todo esto así, los hijos que estaban ahí, en plena noche del funeral bueno ya se querían ahí golpear.

Y el asunto era que entre ellos a uno cuando murió el papá les había dicho a los hijos que por favor, yo quiero dejar esta casita, rentenla, hagan algo pero que a mi esposa, a mi mujercita, a su mamá nunca le falte nada. Pues uno de los hijos pues se pasó de listo, se quedó con la casa, nunca la rentó, empezó a llenarla de su familia, nunca les comunicó nada a los demás hermanos pero jamás le dio nada a la mamá. El día del funeral que sale a la luz eso y ya sabe cómo son los funerales, ¿verdad? Todo mundo tiene que decir algo.

Y entonces empiezan los demás hermanos a decirle a su hermano, y tú que te quedaste con la casa y que nunca sostuviste a mi mamá. Y que empieza el arrebatamiento ahí de golpes y de cosas, y a calmar a la gente. Ya sabes cómo se pone en ese ambiente. Entonces después yo hablé con mi hermanita, la hija de la hermana que es miembro de nuestra congregación. Le pregunté: “hermana ¿cómo te sientes de lo que pasó ayer? Hermano si usted supiera, tiene bastante tiempo que yo saqué de mi corazón estas cosas, yo no codicio nada de la casa, que se quede con ella mi hermano, que Dios le bendiga y yo estoy muy en paz. Y de verdad la vi muy en paz.

Pero los otros que se estaban ahí peleando por la casa, decían que eran cristianos y que hasta se congregaban en una iglesia de por Naucalpan. Y tú dices, si estos eran los cristianos, Dios nos libre de estos, Dios nos guarde. Porque el proceso entonces es que van endureciendo su corazón, pero imagínese que aquí lo que dice es muy serio. Dice: Endurecieron, pusieron su corazón como diamante. ¿Cómo es un diamante? Es lo más duro que hay. Ahora se ha descubierto que el titanio que es un material tan ligero también es indestructible, no le haces nada con el fuego y una serie de cosas, y puedes utilizar el titanio para muchas cosas.

Pero el diamante sigue siendo algo impresionante, es una dureza terrible. Pero el proceso de endurecimiento del diamante es ir descubriendo el carbón, ir purificando el carbón hasta que encuentras la beta del diamante, lo van tallando, lo van tallando, lo van cortando y solo se corta con acero inoxidable de un altísimo grado, y una potencia impresionante. Pero ir endureciendo el corazón como diamante ante la Palabra, significa precisamente el efecto contrario de la Palabra.

A ti te dice la Palabra, Dios te dice: “ve y perdona”. Pero tú dices. Pero no lo voy a perdonar porque él no ha venido conmigo. Y te sigues endureciendo y endureciendo. Y cada vez que oyes perdona, perdona, perdona; te tapas lo oídos y dices: “no lo perdono, no lo perdono y no lo perdono”.

Hasta que finalmente oyes el mismo texto una y otra vez, pero ahora está tan lleno de cinismo y estás tan soberbio y tan arrogante que dices: “No lo voy a perdonar hasta mi lecho de muerte”. Y esa misma noche dice Dios: “Necio, esta noche vengo a pedirte tu alma, y te quedaste sin perdonar, y adiós, ¿verdad?”. Porque así se muere la gente, se muere en la víspera. Y la gente se tiene que morir,. Pero algunos o muchos no arreglan sus vidas, no hacen lo que tienen que hacer y endurecen su corazón, tapan sus oídos, dan la espalda, no quieren escuchar.

Ahora bien. Cuando estamos leyendo esto, es impresionante la reacción de Dios. Es impresionante, queremos que Dios nos oiga, pero dice Dios: “vuestros pecados han agravado de tal manera que no quiero oírles, no les quiero oír, no los voy a oír. Aunque clamen a mí dice, cuando yo clamé, ustedes no escucharon, ahora clamen y yo no los voy a escuchar”. Y luego la gente de afuera se sorprende y dice: “por qué viene el juicio de Dios, por ejemplo en el Tsunami. 250 mil de golpe, así en un momento se murieron”. Y toda la gente espantada, hay si es que Dios existe, ¿cómo es posible que permitió tantas muertes? Pues es nada más cuestión de ver el contexto histórico de ese lugar. Parte de la ventana 10/40.

Un lugar donde el Evangelio de Jesucristo tiene una oposición pero absoluta y total. La gente del exterior del mundo estaba clamando porque ahí hubiera un cambio, un toque de Dios para el sitio, pero ¿cómo lo tuvo que hacer Dios? Primero tuvo que limpiar el lugar y se llevó a muchísimos que no creían. Probablemente también se haya llevado a muchos inocentes, pero ese es el precio que se tiene que pagar por un juicio de Dios, cuando los que podían haber escuchado no quisieron oír.

¿Qué pasó con el pueblo de Israel? Tú lees el Salmo 106 y 107, por favor al leer estos salmos dicen: “Hicieron esto, hicieron aquello se negaron a escuchar a Dios; pero luego que clamaron a Jehová, él fue propicio a ellos, y pasaron otro tiempecito así de vida agradable y otra vez regresaron a sus andadas y a su vida de pecado”. Pero dice, más cuando clamaron a Jehová, envió su palabra y los salvó y los libro de su ruina”. ¿Te has fijado, has leído eso? Es algo impresionante porque es como que una constante en nuestras propias vidas.

Hay ratitos en que queremos estar muy bien, pero hay ratitos en que parece que como que se nos endurece el corazón, tapamos nuestros oídos, pero eso sí queremos que siempre esté Dios para escucharnos. Ahí sí no tenemos problema, ¿verdad? Ay Señor tú tienes que escucharme. Ahora, le voy a decir algo que es muy especial, ¿cuál es el tipo de la gente más propensa a reaccionar con el endurecimiento del corazón? Si por alguna circunstancia tú caes en este renglón, corrígelo hoy mismo.

Es curioso, depende de la forma en que se ore. Si tu cuando oras dices: “Dios que estás en el cielo”. Es más yo he ido a lugar en donde dicen: “Señor, usted que está en el cielo”. Pero ¿sabes qué? Hablan y oran a un Dios bien lejano, no se nota que hay una relación paternal, no te sientes hijo; más bien te sientes así como que estás bajo el juicio de Dios todo el tiempo y no te acercas con tu papá a pedirle lo que es tuyo. Nada más les comento esto, para que sigamos viendo eso de los efectos contrarios.

Imagínate al hijo pródigo, en Lucas 16, él regresa corriendo, he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Inmediatamente ¿qué hace el padre? ¡Cálcenlo, y quítenle el olor a marrano por favor. Primero van y lo bañan y échenle perfume a ver si el olor a puerco, porque trabajaba en una porqueriza ¿verdad? Y luego le cambian, le ponen vestiduras limpias, diferentes. Y con todo y que olía a puerco el papá lo abrazó. ¿Se dan cuenta? Lo amó, quiso modificar su vida. El muchacho con toda humildad dice: “padre he pecado contra el cielo y contra ti”.

Pero ve el efecto del otro: el hijo mayor cuando llegó se enteró de que habían matado al becerro gordo a causa del muchachito. ¿Qué está pasando aquí papá, por favor, qué estas pensando? Éste gasta todo lo que le has dado en rameras y en malas cosas. Y regresa y matas hasta al becerro gordo y hasta le haces fiesta, y a mí nunca me has dado ni siquiera un cabrito. Ahora, nota la cosa: este hombre, el padre mismo le dice: oye espérate. Hijo todo lo mío es tuyo. ¿Qué le quiso decir? Oye si no has tomado el cabrito es porque no has querido, estuvo a tu disposición todo el tiempo, eres mi hijo, tú dispones, tú eres el que hace las cosas, tú eres el que lleva la hacienda en orden. Si no te has tomado ni un cabrito, permíteme decirte hijo, pues que sonso.

¿Cuántas veces nosotros no tomamos lo que nuestro Padre Celestial nos ha dado, porque no lo sentimos como Padre? ¿Te das cuenta? Hay una cierta línea de pecado que te dice: Dios, oh con reverencia verdad, Señor. Es tu papá, eres su hijo. El Espíritu Santo da testimonio en tu espíritu de que eres hijo de Dios. O ¿No? Pero sin embargo así como de repente haces cosas que dices: “Ojalá Dios esté volteando para otro lado”. Es tu Papá.

Yo no sé cuál sea tu forma de orar con él, pero la gente que no quiere oír y que no quiere aplicar la Palabra de Dios en su vida, normalmente es porque no ha logrado establecer esa relación fraternal de Padre a hijo. A los que le recibieron, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre. En el momento en que tú crees, pasas de muerte a vida; y de ser un extranjero pasas a tener el derecho de herencia. Cristo pagó el precio y él reparte su herencia, el hermano mayor da su vida para que tú tengas vida, la tengas en abundancia y ahora, puedas tener esa relación con tu Papá.

Sí, todo lo que Dios nos da es nuestro, pero no lo tomamos por temor. Luego de repente decimos: “Es que Dios no me ha dado la victoria sobre este asunto”. ¡NO!, ya te la dio, no la has tomado. ¿Me captas? Y muchas veces dejamos así las cosas, pero es precisamente porque endurecemos nuestro corazón. Algunas veces tapamos nuestros oídos y como consecuencia dice Dios, ahora yo ya no te escucho. Ahora, ¿es Dios injusto al tomar esta actitud? No, al contrario, ésa es la aplicación de su justicia. Porque Él está llamando a que escuches, pero te endureces.

Ahora, Jeremías y Oseas escriben dos cosas ahí impresionantes. Jeremías 7, empieza a hablarles de parte de Dios al pueblo y dice: “este es el camino, anden por él. Mas dijeron: No andaremos”. Aquí ¿cómo se le llama a eso? Me encapricho, me enterco y digo no, no y no. Te imaginas.

Un día vino conmigo un hermano a la congregación y me dice: “hermano Jaime, tú que tienes por ahí cierto conocimiento de carros. Yo no tengo ni la más remota, ni la más mínima idea del conocimiento de carros, pero él creía que sí. Así que fuimos, y me dice: quiero comprar este carro, mira me lo venden baratísimo. A ver, vamos a verlo, todo animado el hermano. Y salgo y veo el carro, le digo: “a ver espérame, si se le cae el guarda fango cuando lo toque yo así, no lo compres”. Se venía desarmando. Bueno a ver levanta el cofre, a lo mejor lo bueno del carrito está en lo oculto, en el motor. Le abre al motor y casi sale un murciélago volando por allá.

Dios del cielo, no compres esta cosa, te va a salir más caro porque le vas a empezar a meterle dinero y nunca lo vas a poder terminar de arreglar. Ay pues es que nada más le hace falta una pintadita. ¡Claro también llantas nuevas, y los asientos, y bueno una ajustadita al motor! No seas bárbaro, no compres esto, es un riesgo. ¿Qué cree? Que se empeña el hermano, es que me lo dan a plazos, y que lo compra. Y al rato se le desbiela, y al rato ya no tenía par arreglarlo, y al rato, ¿qué cree que terminó haciendo? Vendiendo parte por parte como refaccionaria usada. Como le digo: “hubiera sido correcto haber escuchado la buena opinión de que no lo compraras, ¿verdad?”. Pero no hicieron caso. Y muchas veces así es la gente, va a reaccionar no va a hacer caso.

Ahora por otro lado, el profeta Oseas, también dice lo mismo. Oseas 8:12 Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña. Imagínate que Dios te diga eso, te escribí las grandezas de mi ley, pero las tuviste por cosa extraña. Es una cita muy fuerte ¿no? No sé como sientas leer eso, pero yo tiendo a leer esto: Te escribí las grandezas de mi Palabra. Pero mira, lo que está queriendo decir, dice aquí Dios: Te escribí las grandezas de mi Palabra, pero preferiste ver más horas de televisión, que leerla. Te escribí las grandezas de mi Palabra, pero solo la trajiste los domingos a la reunión dominical. Te escribí las grandezas de mi Palabra, pero prefieres que alguien te lo de digerido y no que tú lo escudriñes.

Ahora me regreso a las buenas noticias, Hechos 17:11, ¡qué preciosa actitud!, ahora volvemos a ver, ya vimos el efecto negativo, la reacción contraria, la dureza del corazón. Pero por la otra parte y eso es lo bueno, que también hay cosas maravillosas en la Palabra. Si tú ves en esta cita, ya había pasado Pablo, ya había llegado de la parte de arriba, venía para abajo ya bajando de Tesalónica, y ya venía hasta Berea. Y ahí en Berea donde estaban estos hombres hermosos, dice lo que estaban haciendo.

Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles. Si te fijas, Lucas que es un escritor muy, muy profundo y totalmente inspirado por el Espíritu Santo,. Cuando escribió el ñlibro de los Hechos, cataloga a las personas que reciben la Palabra de Dios, como gente noble. Mira, si tú quieres entender un poquito el concepto de nobleza, es precisamente esa ternura del corazón, esa docilidad a la Palabra. Es la gente que es dócil, que es sensible a la Palabra de Dios. Que tiembla ante la Palabra de Dios. Que la respeta, es con nobleza esa actitud.

Éstos eran más nobles. Los de Tesalónica querían apedrear a Pablo. Ahí velo en Hechos 17:2-5a, fíjate cómo estos no eran nobles. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo* discutió con ellos, 3declarando y exponiendo por medio de las Escrituras (otra vez, analizando, escudriñando las Escrituras), que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. 4Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos (de ¿qué estamos hablando aquí? De gente noble) gran número, y mujeres nobles no pocas. 5Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad.

¿Qué te parece la reacción de estos celosos, de estos opositores a la Palabra? Y podemos ver que cuando después Pablo baja hasta Berea, aquí recibieron la Palabra con toda solicitud. ¿Qué es una persona solícita? Te voy a poner un ejemplo para que veas lo que no es una persona solícita. Tienes un hijo adolescente, en ese momento eres la mamá, descubres que no tienes tortillas. El muchacho está acostadote oyendo música, y le dices: “mi hijo, vete por unas tortillas”. El muchacho se voltea en la cama, se le queda viendo a la mamá y le dice: “ahorita voy”. Eso es lo que no es ser solícito.

Solícito es que te levantes instantáneamente, claro mamita, en qué te ayudo, ya voy volando, dame para las tortillas, agarro la servilleta, ahorita salgo volado y las traigo. ¿Se nota la diferencia? Ser solícito es reaccionar inmediatamente ente la Palabra de Dios. Solícitos ante lo que escuchan. En otras palabras ser sensibles y estar dispuestos a reaccionar ante la Palabra.

Dice aquí que escudriñaban las Escrituras. Esto es maravilloso, y luego dice que lo hacían diariamente. ¿Cuántos escudriñan la Palabra diariamente? No que me digas: “hay hermano es que estamos a toda velocidad, tengo que leer 5 capítulos diarios porque el hermano Cano y que quien sabe qué, y que el Instituto, y que tengo que entregar el reporte, y ya leí 5. ¿Sabes una cosa? A veces lees tus 5 capítulos pero de corridito, y ya. Pero si te pregunta alguien, ¿qué aprendiste de esos 5 capítulos? O más bien ¿qué escudriñaste? Probablemente no te acuerdes de nada, o tal vez de un detallito, pero casi no se te queda nada. Porque no te das el tiempo necesario para escudriñarlos.

Pues mire usted cómo reaccionaba esta hermosa gente. Versículo 12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres. Pero ¿qué cree? En medio de todo esto también estaban los herederos de aquellos que vimos al principio en Zacarías, los que endurecían su corazón. Y ahí vienen los de Tesalónica, no querían la Palabra pero sin embargo, esto siempre va a suceder.

Versículos 13- 14 Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las multitudes. 14Pero inmediatamente los hermanos enviaron a Pablo que fuese hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí. 15Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron a Atenas.

Pero nota, puede suceder y ahorita te voy a poner el ejemplo de estos dos versículos. Puede suceder que tú seas una persona noble, que quieras escudriñar la Palabra con toda solicitud, pero oh que en el matrimonio siempre sucede así. Hay uno de los cónyuges que ama la Palabra de Dios, y quiere leerla, pero al otro le da flojera. Y entonces cuando el que le da flojera ve al esposo o a la esposa metido en la Palabra, en ese momento se le ocurre si es el marido, empieza vieja no tengo camisa planchada, vieja ya me das de cenar; vieja no podemos ya hacer esto. Con tal de llamarle la atención, la quieren desencaminar de la Palabra. ¿Cuántos varones habrá por aquí así? Yo sé que no ¿verdad? Ninguno.

Mujeres, ay sí, tú siempre viejo, lees tanto la Palabra, pero ya sé que ni la aplicas, yo sé que no, yo te he visto. Pero ella nunca la ha leído, ella no la lee. Por qué será que en algunas familias siempre sucede así, hay alguien bien piadoso, bien solícito, bien noble pero por el otro lado hay el hijo que le encanta la Palabra, pero también tienes el hijo que te alborota todo y dice: “No, no, no, la Palabra para nada. ¿Por qué será? Que no reaccionan igual.

Y dentro de la familia cristiana nos pasa igual. Algunos de aquí van a salir y van a decir: “Sí yo voy a escudriñar la Palabra”. Y otros van a decir: “Ese hermanito Jaime que siempre que viene, pone las peras a peso. Yo no se las compro”. ¿Sí o no? Es la verdad. Y el asunto es que vemos lo que el Señor Jesucristo mismo te dice:

Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

Vuelvo a repetirte, a mí me sorprende encontrar estos textos y luego de repente encontrarme el versículo que sigue. Juan 5:40 Y no queréis venir a mí para que tengáis vida. ¿Qué les parece? Es el efecto contrario, ¿verdad? Es la reacción contraria. Ahí está la Palabra, ahí está el mensaje, por eso Jesús dice: “escudríñenlas”. Lo único que van a descubrir es que soy verdadero, que Yo Soy, soy real, soy el Hijo del Dios Altísimo, soy Dios hecho carne, he venido a transformar el mundo, he venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia. ¿Cuál es la reacción? Y no queréis venir a mí para que tengáis vida. ¡Qué cosa más terrible, que no podamos reaccionar como quiere Jesús!

Yo quisiera darte hoy dos citas más en esta tarde; una de ellas por favor, abre tus ojos y recíbela de parte de Dios. 1 Timoteo 1:15 Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Decía Pablo, y fíjate bien que dice: es palabra fiel y es digna de ser recibida por TODOS. Incluye hombres, incluye mujeres, incluye niños, incluye ancianos, incluye todo tipo de personas porque es la Palabra de Dios y es Palabra Fiel y digna de ser recibida; digna de ser venerada, digna de ser leída y escuchada.

Qué contrapeso, otra vez con Oseas 8:12 Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña. Pero aquí dice otra vez el Señor, Es Palabra fiel y digna de que tú la recibas, de que tú la vivas, de que tú la disfrutes, de que tú la apliques en tu corazón.

Y la cita final, con la que quiero terminar en esta hora, y que podamos reaccionar en consecuencia a esta Escritura. : Romanos 15:4 Porque las cosas que se escribieron antes (la Palabra de Dios que se escribió, tú tienes un ejemplar), para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.

¿Te das cuenta? La Palabra de Dios y Dios mismo lo que quiere producir en ti es esperanza, quiere producir en ti fe, porque la fe viene por el oír y el oír de la Palabra de Dios, ¿si? Tú no vas a tener nunca más fe si no te involucras más en el estudio de la Palabra de Dios, pero no solo es en el estudio sino en la aplicación, no solo en ser oidor, sino en ser hacedor de esta preciosa Palabra de Dios. Y luego fíjate lo que dice en los Versículos 5 – 6 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 6para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos dice aquí que las cosas que se escribieron antes, se escribieron para nuestra enseñanza a fin de que la paciencia y la consolación de las Escrituras, te produzcan esperanza. La Escritura produce esperanza. Te consuela y también produce paciencia. Yo creo que en esta tarde podemos entender algo de parte de Dios, ¿cómo has estado reaccionando últimamente hacia la Palabra de Dios? Se sabe que este pueblo mexicano no es muy afecto a leer, somos gente por nuestras características culturales de la raza, que somos más propensos a mirar, somos más visuales, pero somos poco menos analíticos por nuestra naturaleza latina.

Dios quiere que escudriñes su Santa Palabra, y en esta hora yo quisiera tal vez confrontarte y que hiciéramos juntos un pacto con Dios. Tal vez tú digas: “Hermano voy a leer menos la Biblia, pero realmente la voy a empezar a escudriñar. Haz un pacto hoy con Dios que vas a mirar todo lo que hay en la Palabra de Dios y que no vas a pasar de un lugar hasta que no absorbas por completo lo que Dios quiere decirte para ti.

Te vas a meter en las profundidades de la Palabra, vas a beber del libro de Vida, vas a llenarte y nutrirte, vas a disfrutar el placer de darte un banquete espiritual. Y te voy a poner una tarea bien sencilla, y me dices hermano estoy escudriñando la Palabra de Dios, y la estoy disfrutando, por el amor de Dios dame buenas noticias, me voy a sentir muy contento de saber que en alguien se produjo el efecto deseado por la Palabra. Porque la Palabra, el Evangelio es poder de Dios para todo aquel que en Él cree.

Si alguien quiere hacer un pacto con Dios, yo quiero invitarte si alguien así lo siente en su corazón, que cuando yo te diga que repitas las palabras conmigo, las repitas. Mira estamos aquí porque amamos a Dios, y porque estamos en el proceso del crecimiento espiritual. Y sin duda alguna Dios tiene es este lugar gente muy capacitada, que Dios está enviando a otros lados y las está utilizando. Dios está llevando hermanos muy hermosos a llevar las buenas nuevas del mensaje de salvación a los que no le conocen. Está enviando a maestros que ha levantado para instruir en los caminos de Dios a aquellos que tienen hambre y sed de justicia.

No hay duda hermano que aquí hay un pueblo que estudia y se prepara, pero ahora tenemos que rogarle a Dios que conceda que este pueblo se enamore de la Palabra de Dios, que sienta profundo amor por su Palabra. Y que nos podamos comprometer hoy, queremos hacer un pacto con Dios, y adicionalmente l a lo que leemos en la Palabra, bendito Jesucristo queremos profundizar como nunca en el estudio del Evangelio en sus cuatro versiones, que Dios nos permita meternos en ese Evangelio, queremos conocer, queremos llenarnos de ello, queremos ver lo que hiciste.

Porque Dios dice que las obras que Jesús hizo, mayores las haremos nosotros porque Jesús está ahora con el Padre. Pero, ¿cómo las haremos si no las conocemos? Pídele hermano, ruégale al Señor Jesús que ponga en tu corazón y en el corazón de cada uno de nuestros hermanos el deseo de llenarse del Evangelio hasta lo más profundo de su corazón. Fíjate que yo te quiero comprometer hermano a que pasemos el primer mes, estamos hoy ya a 7 de agosto; que de aquí a fin de mes hayas leído los cuatro primeros libros del Nuevo testamento, el Evangelio de Dios, pero a fondo.

A parte de todo lo que estás estudiando que, qué bueno que así sea, que te llenes del Evangelio de Dios, que oigas lo que dice Jesús, que sepas lo que dice Jesús. ¿Querrás hacerlo? Vamos a hacer un pacto con Dios, si tú así lo sientes repite conmigo: Señor Jesús quiero conocerte más, quiero saber lo que hiciste, quiero saber de los lugares donde anduviste, quiero llenarme de conocimiento tuyo, concédeme que en este mes pueda leer el Evangelio en sus cuatro versiones, y llenarme de ellos, conocerte, glorificarte, recibir tu fe. Gracias Jesús porque tú lo haces en mi vida, yo me comprometo hoy.

Tal vez tú digas: “hermano yo tengo un problema, cuando leo la Biblia pero no la entiendo, la empiezo a leer y me da sueño, me cansa y prefiero dejarla”. Pero si tú sientes en tu corazón el deseo de llenarte de la Palabra de Dios, pero con toda sinceridad, reconoces que tienes una incapacidad de poderte meter a la Escritura, es más te cansas, sientes como que algo te oprime cuando la estás leyendo, permíteme orar por ti en esta tarde.

Y si hay alguien que está sintiendo en su corazón así: yo quiero comprenderla más pero no alcanzo a entenderla. Vamos a orar para que el Señor cumpla lo que dice en Lucas 24, cuando estaba con los discípulos de Emaús, dice: “Y entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen as Escrituras”. Y amos a orar si tú sientes ese deseo de entender más la Palabra del Señor, yo estoy haciéndote una invitación a que vengas y oremos juntos en esta hora.

Usted se comprometió, yo espero que lo haga. Sin duda alguna sé que lo va a hacer. Amén.

Dios te bendiga

Reaccionando al Amor de Dios – Pastor Sugel Michelén

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