un-mismo-sentir

Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

1 Pedro 3:8-9

Hombres – SÉ DE UN MISMO SENTIR Y COMPASIVO CON TU ESPOSA
Por Edgardo

SÉ DE UN MISMO SENTIR

Es horrible tener disensión en el matrimonio. Nos hace infelices. Afecta cada área de nuestras vidas. Y probablemente es lo más se­mejante al infierno aquí en la tierra. Y si dura mucho tiempo, pue­de destruirlo todo. Jesús dijo: «Todo reino dividido contra sí mis­mo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá» (Mateo 12:25). Tales predicciones son aterradoras. Pero la oración es la clave por medio de la cual se puede mantener la unidad en la relación matrimonial.

Un hombre y una mujer no pueden vivir completamente in­dependientes el uno del otro sin pagar un alto precio como resulta­do. Tal situación los hace ser incompletos. «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón» (1 Corintios 11:11). Pero debido a que el hombre y la mujer son diferentes, es bastante fácil para ambos emprender caminos completamente separados. Hasta en los matrimonios más íntimos, ninguno de los dos está unido como si fueran gemelos siameses. Es posible que tú y tu es­posa tengan trabajos, intereses y actividades separadas, pero si con regularidad están orando con el cónyuge, y el uno por el otro, esto los mantendrá sintonizados y en la misma senda. Sin esta unidad de la mente y el espíritu que brinda la oración, es demasiado fácil acostumbrarse a que el otro no esté involucrado. Y si a causa de esto, el resentimiento penetra en el corazón de uno de los dos, pueden comenzar a separarse el uno del otro mental, física o emocionalmente, sin siquiera notarlo.

Especialmente importante es tener la misma fe y creencias. De hecho, esto es algo por lo cual deben comenzar a orar. La relación completa se compromete si no se ponen de acuerdo en esta área en particular. Por ejemplo, asistir a diferentes iglesias o asistir a una iglesia que a uno de los dos no le guste, o que uno de ustedes asista a la iglesia mientras que el otro no asiste siempre, son situaciones que promueven la falta de unidad.

Si recuerdas otros asuntos tales como estos que causaron divi­sión entre tú y tu esposa, debes orar específicamente al respecto. Pídele a Dios que cambie tu corazón donde lo considere necesario para lograr la unidad con tu esposa. Ora para que tu esposa pueda cambiar cualquier actitud y perspectiva que sea necesario cambiar. Tu matrimonio se convertirá en una poderosa fuerza para el bien, si es que ambos tienen una misma mente.

SÉ COMPASIVO

¿Alguna vez viste a tu esposa sufrir, pero no sabes qué hacer al res­pecto? Algunos hombres se impacientan ante tal situación. Otros se sienten tan perdidos o abrumados que reaccionan alejándose. Si consideras que esto te está sucediendo, ruégale a Dios que te dé un corazón compasivo. Tener compasión por tu esposa es sentir pro­funda simpatía por cualquier área en la cual ella esté sufriendo, y tener un profundo deseo de aliviar tal sufrimiento.

Un aspecto de la compasión tiene que ver sencillamente con la acción de escuchar. Esto significa que estás dispuesto a escuchar sin tener esa mirada perdida en el espacio que dice: «Tengo otras co­sas más importantes que hacer. Acabemos con esto lo antes posi­ble». Tu esposa no espera que lo arregles todo. Solo necesita saber que la escuchas y que te interesa saber cómo ella se siente.

En el pasado, mi esposo permanecía quieto y me escuchaba durante no más de tres segundos (yo medí el tiempo) antes de marcharse de la habitación. Si yo quería que escuchara una oración completa, tenía que correr detrás de él o tenía que completar la oración la próxima vez que nos viéramos. Las veces que logré sen­tarlo y que me mirara mientras le estaba hablando, tenía que pe­dirle que me diera algún indicio de que estaba entendiendo lo que yo le decía. Por lo general le decía algo así: «Pestañea si me estás es­cuchando». Y cuando pestañeaba, ¡era tan significativo saber que había escuchado mi voz! Ahora él siente mis luchas en lo profun­do de su corazón y me escucha atentamente. Esos momentos, cuando escuchamos y demostramos compasión, son momentos de sanidad para nuestra relación.

Ora para que Dios te permita tener un corazón lleno de com­pasión hacia tu esposa, y la paciencia para escucharla cuando así lo necesite. Es un arte que vale la pena cultivar. Lograrás llegar con tu esposa a lugares a los que habrás soñado llegar.

Extracto del libro “El Poder del Esposo Que Ora”

Por Stormie Omartian


Un mismo Sentir (1 Pedro 3:8-12) – Ps. Esteban Gálvez

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