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Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre

Mateo 19:6

A menudo se ha dicho, y con razón, que la familia es la piedra angular de la civilización humana. Y el fundamento vital de la familia es un matrimonio sólido entre un hombre y una mujer que permanecen plenamente unidos en mente y corazón durante toda la vida (véase Romanos 7:2).

Cuando el fundamento de la relación conyugal es fuerte y estable en los matrimonios, augura grandes bendiciones y ventajas para el futuro de la sociedad. Sin embargo, cuando la base del matrimonio comienzan a deteriorarse, toda la sociedad experimenta los devastadores efectos que amenazan su existencia misma.

Actualmente se está librando una guerra encarnizada contra la institución del matrimonio, incitada por las siniestras fuerzas espirituales invisible de Satanás el diablo y sus demonios, lo cual amenaza con aniquilar el matrimonio tradicional. De hecho, en este momento muchos millones de hombres y mujeres están cayendo, bien por decisión propia o por ignorancia, en una trampa nefasta que solo les acarreará sufrimiento y tristeza. Los campos de batalla en esta guerra son muchos, y usted necesita saber cuáles son, lo que representan para la sociedad y lo que Dios quiere que haga su pueblo fiel.

Veamos los propósitos de Dios, el mundo en que vivimos y algunos de estos campos de batalla para saber cómo actuar para mantenerse firme:

Los propósitos divinos de Dios para el matrimonio y la familia
La unión matrimonial es una institución natural y divina establecida por Dios (Génesis 2:24). Él creó el matrimonio y la familia para que los seres humanos pudieran aprender a amarse unos a otros como él los ama (Efesios 5:25-33).
Cuando nuestro Creador eterno diseñó el sexo (ver Génesis 1:27; 2:18, 24), quiso que fuera un medio puro y maravilloso para que los esposos se expresaran amor uno al otro y se unieran íntimamente dentro de la relación matrimonial. También es el medio para que una pareja engendre y produzca hijos en una atmósfera familiar cálida, tierna y alegre (Génesis 1:28; Malaquías 2:15).

Además, cuando Dios determinó la reproducción humana a través del sexo en el matrimonio para poblar la Tierra, su objetivo final era llevar “muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10). De hecho, él está agregando miembros a su familia concediéndoles a las personas el potencial para que finalmente reciban la vida divina eterna en su reino venidero (Romanos 8:16). Además, la relación devota entre el esposo y la esposa debe reflejar la relación amorosa entre Jesucristo y su Iglesia (Efesios 5:31-32).

Por lo tanto, si consideramos lo que el matrimonio y la familia representan espiritualmente, debiéramos ver que Dios ha diseñado la relación sexual solo para los esposos en un matrimonio estable, duradero y lleno de amor (Génesis 2:24). Cualquier relación sexual fuera de lo que Dios originalmente pretendía con el matrimonio degrada, deshonra y corrompe la indispensable e importante relación familiar (1ro Corintios 6:15-20).

El mundo turbulento en el que vivimos
La Biblia llama pecado o quebrantamiento de los mandamientos de Dios (1ra Juan 3:4) tanto a las relaciones prematrimoniales como al adulterio. Dios no admitirá en su reino a nadie que no se arrepienta de tales pecados (1ro Corintios 6:18; Hebreos 13:4; Apocalipsis 21:8). Desde la creación, el Dios Eterno estableció un propósito santo para el matrimonio y el sexo. Cualquier persona que vaya en contra o esté al margen de sus objetivos perfectos sufrirá graves consecuencias.

En efecto, vemos los desastrosos resultados de tales transgresiones en la vida de las personas en toda la sociedad. El quebrantamiento de las leyes santas de Dios relacionadas con el sexo y el matrimonio ha generado un alarmante incremento de rupturas familiares, gran infelicidad, problemas de salud física y mental y dificultades financieras. Ignorando por completo el deseo de Dios por la pureza del sexo, este se ha convertido lamentablemente en algo barato, común y ya nada especial en el mundo de hoy.

La cultura actual del “encuentro casual”
Según Wikipedia en inglés, la cultura del encuentro casual es la que “acepta y fomenta los encuentros sexuales esporádicos, incluidas las aventuras de una noche y otras actividades relacionadas, sin incluir necesariamente lazos emocionales o compromiso a largo plazo. También se le ha llamado sexo sin relación, o sexo sin noviazgo”.

En una investigación sobre este tipo de actividad sexual, el investigador del Instituto Kinsey, Justin García, y sus asociados de la Universidad de Binghamton declararon que “el sexo ocasional forma parte de un cambio cultural popular que se ha infiltrado en las vidas de adultos emergentes en todo el mundo occidentalizado”, (“Sexual Hookup Culture: A Review”, [Cultura del sexo casual: Análisis], National Center for Biotechnology Information, 1 de junio de 2012, p. 171).

Si bien esto se ha convertido en algo común y cada vez más aceptado, ¿cuáles son los efectos perjudiciales en las vidas de las personas, en particular las de escuelas secundarias y universidades? Esto dice la Dra. Susan Krauss Whitbourne, profesora emérita de ciencias psicológicas y cerebrales de la Universidad de Massachusetts en Amherst:
“El sexo casual representa una amenaza importante para la salud física y psicológica de estos jóvenes. Además de los riesgos conocidos de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, violaciones y otros tipos de agresión, las personas que practican el sexo casual pueden sufrir consecuencias emocionales que persisten mucho después de que los detalles de un encuentro sean solo un vago recuerdo. En los campus universitarios, donde prevalecen las relaciones sexuales pasajeras, los resultados imprevistos pueden poner en peligro la carrera de un estudiante. En los lugares de trabajo, los resultados pueden ser igualmente desastrosos, si no más” (“How Casual Sex Can Affect Our Mental Health” (Cómo el sexo informal puede afectar nuestra salud mental), Psychology Today, 9 de marzo de 2013, énfasis nuestro en todo este artículo).

Jim Daly, presidente de Focus on the Family [Enfoque en la familia], escribió: “Cuando discutimos las tendencias crecientes de los jóvenes que participan en la ‘cultura del sexo casual’, a menudo hablamos del daño que causa a las jovencitas. Obviamente, hay una buena razón para ello: las mujeres jóvenes a menudo sienten una gran presión para aceptar ciertos comportamientos y luego pagan un alto precio en términos de enfermedades de transmisión sexual, embarazos y heridas emocionales.

Cohabitación: Convivencia fuera del matrimonio
Otra idea social dañina que trastorna el matrimonio es la convivencia, que consiste en que los miembros de una pareja vivan juntos y tengan relaciones sexuales sin estar casados. Lamentablemente esto se ha vuelto tan frecuente en la sociedad, que pocas personas siquiera lo cuestionan.

De acuerdo a dicho informe, una encuesta a nivel nacional realizada ese año reveló que dos tercios de los adultos jóvenes creían que irse a vivir juntos antes del matrimonio era una buena manera de evitar el divorcio. El Colegio de Pediatras de Estados Unidos comentó lo siguiente sobre esta noción errónea, como parte de un informe exhaustivo sobre los efectos generales de la cohabitación:

“Contrariamente a la percepción actual de muchos adolescentes y adultos jóvenes que ven la convivencia como un sustituto del matrimonio o como un trampolín para un matrimonio más seguro, los estudios muestran que las parejas que cohabitan tienen más probabilidades de separarse que aquellas que no viven juntas antes de casarse. Las parejas que cohabitan son más propensas a la infidelidad y también tienen más tendencia a la violencia”.

Más allá de estas conclusiones inquietantes, es vital tener en cuenta que la Palabra de Dios describe tales relaciones y acuerdos de convivencia como inherentemente erróneas y evidentemente inmorales. Esto se debe a que el sexo fuera del matrimonio es completamente contrario al modo de vida que Dios nos exige (Mateo 15:19-20; 1ro Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21).

La epidemia del divorcio
Trágicamente, el divorcio ha alcanzado proporciones epidémicas en muchas naciones industrializadas. Por ejemplo aparecen tasas de divorcio para los matrimonios en primeras nupcias: Reino Unido, 53%; Estados Unidos, 49%; Canadá, 45%; Francia, 43%; Alemania, 41%; Holanda, 41%.

Y aunque los resultados de los fracasos matrimoniales difieren en gravedad, hay similitudes en el dolor que se sufre. Por ejemplo, varios aspectos de la identidad de una pareja se pierden después del divorcio: dónde vive uno, a qué escuela asistirán los niños, y los amigos, vecinos y familiares con los que la pareja se había relacionado hasta entonces.

Las mujeres a menudo experimentan mayores dificultades financieras después del divorcio, ya que normalmente se les concede la custodia de los hijos y deben costear la mayoría de los gastos del hogar. Esto puede significar mudarse a una residencia más pequeña, tener menos dinero para gastar y vivir del sueldo mensual sin un fondo de reserva.
Además, debido al estrés emocional que causa el divorcio, la salud física de la mujer puede correr un gran peligro frente a amenazas como afecciones cardíacas y cáncer. Las mujeres divorciadas a menudo experimentan niveles más altos de ansiedad, depresión, ira y soledad, que pueden durar años.

Los hombres son más propensos a la depresión profunda y a abusar de las drogas y el alcohol. El riesgo de suicidio para un hombre divorciado es 39% mayor que para un hombre casado. También se afirma que los hombres divorciados tienen un mayor riesgo de problemas de salud física, como cáncer, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
Del mismo modo, el divorcio . . . debilita permanentemente la familia y la relación entre los hijos y sus padres. A menudo conduce a métodos destructivos de manejo de conflictos, disminución de la competencia social y, en los hijos, a la pérdida temprana de la virginidad, así como a la disminución del sentido de masculinidad o femineidad para los adultos jóvenes. También produce más problemas en sus noviazgos, más probabilidad de optar por la convivencia, de divorcio a largo plazo, y un menor deseo de tener hijos.

No es nada extraño entonces que Dios diga claramente que odia el divorcio, ya que es un flagelo que perjudica enormemente a los individuos, las familias, las comunidades y la sociedad en general (Malaquías 2:16; ver también Mateo 19:3-9).

Conducta homosexual y uniones del mismo sexo
El tema del comportamiento homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo (o matrimonio homosexual) ha sido muy debatido en muchos países. En los últimos años, los “matrimonios” de parejas del mismo sexo han sido reconocidos por la ley en veinticinco naciones. Entre ellas se encuentran Australia, Canadá, Francia, Alemania, Irlanda, Nueva Zelanda, Sudáfrica, España, el Reino Unido, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Brasil, Uruguay y algunos estados de México.

Sin duda, los legisladores y jueces en los países democráticos, con el consentimiento de la población, tienen la libertad de aprobar o defender leyes que consideren correctas, incluidas las leyes relacionadas con temas homosexuales. Sin embargo, el solo hecho de que algo pueda ser legal no necesariamente significa que sea aprobado por Dios. Además, que algo sea aceptado en la sociedad, como lo es ahora el comportamiento homosexual, de ninguna manera significa que sea bueno, saludable o deseable.

Veámoslo de esta manera: cuando Dios creó la Tierra y toda la vida sobre ella, dijo que “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Pero la forma perfecta en que él estableció las cosas en ese momento no son como están ahora. ¿Por qué? Porque cuando el pecado entró en el mundo a través de la desobediencia de Adán y Eva en el huerto de Edén, todo cambió.

Lo que fue perfecto se contaminó, y desde entonces el mundo ha permanecido en un estado de corrupción. Nuestros primeros padres pecaron cuando decidieron por sí mismos qué era correcto e incorrecto y comieron el fruto del “árbol del conocimiento del bien y del mal” (Génesis 2:15-17; 3:1-6).

A partir de entonces, cada generación subsiguiente ha seguido el mismo ejemplo imprudente y perjudicial, haciendo lo que le parece correcto (Proverbios 14:12; 21:2). Haber seguido ese camino a lo largo de la historia ha dado lugar a incalculable angustia y desdicha que el mundo ha acumulado sobre sí mismo, incitado por la nefasta influencia del diablo (Génesis 3:3-24; 1ra Juan 5:19; 2do Corintios 4:4; Efesios 2:2; Apocalipsis 12:9). Todo esto debe tenerse en cuenta cuando evaluamos la “bondad” relativa de cualquier cosa, incluidas las decisiones de los legisladores y jueces de aprobar el matrimonio homosexual como ley.

La única manera de saber si algo en verdad está bien es examinarlo bajo la luz resplandeciente y reveladora de la Palabra de Dios. Por ejemplo, con respecto a la redacción de la frase “matrimonio entre personas del mismo sexo”, debemos darnos cuenta de que solo nuestro Creador tiene el derecho de definir la relación matrimonial.

Y con respecto a la actividad homosexual en sí misma, la Biblia claramente la califica de pecaminosa (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26-27; 1ro Corintios 6:9-10). Por supuesto, debemos mostrar compasión hacia quienes sienten atracción por el mismo sexo y luchan con la tentación de seguir este estilo de vida, y que se esfuerzan por evitar el pecado con la ayuda de Dios.

El comportamiento homosexual, que no hace mucho tiempo era catalogado de inmoral en muchas naciones y sujeto a castigos legales, ahora está esencialmente exento de la censura pública. Si alguien se atreve a criticarlo, puede ser acusado de fomentar un “discurso de odio”. Sin embargo, la actividad homosexual y cualquier otra actividad sexual fuera del matrimonio apropiado entre un hombre y una mujer son violaciones graves de las instrucciones de Dios, como queda claro en la Biblia (ver 1ª Timoteo 1:9-10).

Cómo permanecer firmes en un mundo corrupto
Nuestro gran Creador ha bendecido a la humanidad con el maravilloso beneficio del matrimonio y la familia. Cuando la base de la relación matrimonial entre esposos y esposas es sólida y estable, se traduce en grandes ventajas para el futuro de la sociedad en general. Sin embargo, cuando el fundamento de la familia y el matrimonio se desestabiliza, toda la sociedad experimenta efectos perjudiciales y se pone en juego su misma supervivencia. Lamentablemente, hoy estamos presenciando esta situación en lo que equivale a una guerra total contra el matrimonio y la familia.

Debido a que fuerzas peligrosas y sin ley están actuando entre nosotros, es necesario que permanezcamos vigilantes para protegernos contra una sociedad cada vez más inmoral y decadente (Mateo 24:12; Romanos 1:28-32). Por lo tanto, no confiemos en las palabras e ideas de los hombres, sino en lo que la Autoridad Suprema del universo revela a través de su Palabra, la Santa Biblia (2da Samuel 22:31; Filipenses 4:7; 1ra Tesalonicenses 2:13).

Afortunadamente Dios el Padre pronto enviará a su Hijo, Jesucristo, para liberar al mundo de su camino autodestructivo y sanar los corazones y las mentes de todas las personas (Isaias 9:6-7). Mientras permanecemos firmes en la verdad de la Palabra de Dios hoy, ¡preparémonos para un magnífico mundo nuevo que está por venir, donde la justicia reinará por siempre!


El Matrimonio: Sus Amenazas | Cap #57 | Entendiendo los Tiempos – Temporada 2

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