lucas1038

Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa
Lucas 10:38

Lo que nos enseña este pasaje es que Dios tiene una cita con cada uno de nosotros, y cuando llega esa fecha, Jesús aparece en nuestra vida y nos hace parar en nuestras actividades para tener ese tiempo con nosotros.

LUCAS 10:38-42. MARTA Y MARÍA
• Jesús visita a las mujeres en su casa, y Marta lo recibe “en su casa” (v. 38). Aunque Lázaro es el hermano de Marta y María (Jn. 11:1-2), esta historia no lo menciona a él ni a los discípulos varones que lo acompañan. No existe una referencia a un hombre como jefe de esta casa. Claramente Marta está a cargo.

• María se sienta a los pies de Jesús para recibir su enseñanza, que es la postura de un discípulo, el lugar de un hombre. El evangelio de Lucas frecuentemente habla de mujeres en lugares de honor.

En años recientes algunos estudiosos han caracterizado esta historia como un atento de la iglesia primitiva para definir el papel de las mujeres en el ministerio (Reid, 373-375). Sin embargo, esta historia “no es sobre las mujeres; es un pasaje sobre el discipulado” (Bock, 200).

LUCAS 10:38. MARTA LO RECIBE EN SU CASA
38Y aconteció que yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa.

Lucas no nos dice cuál es la aldea, pero Juan nos dice que María y Marta viven en Betania (Jn. 11:1-2; 12:1-3). Es allí que Jesús levanta a Lázaro de la muerte (Jn. 11:17-44). Es en esta misma casa que María unge los pies de Jesús con perfume y los seca con sus cabellos (Jn. 12:1-3). Jesús va en camino a Jerusalén donde va a morir. Betania está cerca de Jerusalén, y sentimos la sombra de Jerusalén colgando sobre esta historia.

Lucas no nos dice cuánta gente había venido con Jesús, solamente que “yendo” entró en “una aldea”. Los setenta ya habían regresado de su jornada (10:17). ¿Ellos también están viajando con Jesús, o solamente son los doce? No sabemos.

Marta recibe a Jesús en su casa. También es la casa de Lázaro y María, pero Marta hace la invitación y la invitación es a su casa. En las diversas narraciones sobre María y Marta, generalmente Marta toma el liderazgo. La excepción más dramática es cuando María interrumpe la cena de Marta al ungir los pies de Jesús con perfume. Este incidente parece algo distinto del carácter callado, apartado de María, ¡pero algunas veces los callados nos sorprenden! No se menciona a los discípulos. Esto se puede deber a que las casas son pequeñas, y Marta solamente puede recibir un grupo pequeño dentro de su casa. Lo más seguro es que representa la forma en que Lucas arroja luz sobre Marta, María y Jesús. Poner a todos los demás en escena solamente nos distraería.

LUCAS 10:39. MARÍA SE SENTÓ A LOS PIES DE JESÚS Y ESCUCHÓ
39Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose á los pies de Jesús, oía su palabra.

María asume el liderazgo aquí. Mientras que Marta se afana con muchas tareas (un papel tradicional femenino), María se sienta a los pies del Señor y recibe su enseñanza (un papel tradicional masculino). María escucha lo que Jesús dice.

LUCAS 10:40. MARTA SE DISTRAÍA CON MUCHAS COSAS
40Empero Marta se distraía en muchos servicios (griego = diakonian, la palabra de donde derivamos la palabra “diácono”); y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude.

Marta hace lo que la gente espera de ella. Cumple su deber. Prepara la comida. Ofrece hospitalidad. María, por el contrario, no hace ninguna de esas cosas. Desde la perspectiva de Marta, María está descuidando sus verdaderas responsabilidades, y Marta está pagando el precio. Toda persona “responsable” algunas veces siente la carga de llevar más de lo que le corresponde, y eso es lo que Marta está experimentando. Es demasiado esperar que la persona “responsable” nunca sienta resentimiento.

El resentimiento de Marta va más allá de meramente tener mucho trabajo qué hacer. Ella ve a María sentada a los pies de Jesús, y le gustaría hacer lo mismo. Si María le ayudara, tal vez Marta podría hallar el tiempo para hablar con él. Además, la presuntuosa posición de María avergüenza a Marta y deshonra a su casa. ¡Nada más imagínense! ¡Una mujer sentada a los pies de Jesús como un hombre!

María está sentada “á los pies de Jesús” (v. 39). Marta se dirige a Jesús como “Señor” (v. 40), pero con el mismo aliento lo reprende y le da una orden. “¿No tienes cuidado?” y “dile pues, que me ayude,” muy difícilmente es el tono respetuoso que uno usa para dirigirse al Señor. Marta está concentrada en su propia agenda, y le pide a Jesús que se una él mismo y a María a esa agenda.

Aunque Lucas caracteriza el servicio de manera positiva en la parábola del buen samaritano (vv. 25-37), en el libro de los Hechos de los Apóstoles él nos mostrará que el servicio también puede ser un elemento de distracción. Cuando la iglesia descuida a las viudas en la distribución de la comida, el apóstol dice “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos á las mesas” (Hechos 6:2). Por lo tanto llaman a la iglesia a designar siete hombres de buen testimonio para que se encarguen de la distribución de la comida, de tal manera que los doce se puedan concentrar en la tarea de proclamación.

LUCAS 10: 41-42. MARÍA ESCOGIÓ LA BUENA PARTE
41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: 42Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte (griego = agathen merida, buena parte), la cual no le será quitada.

“Marta, Marta”. Jesús repite el nombre de Marta como una manera gentil de reprenderla. Jesús nota su distracción en lugar de su hospitalidad. De seguro que aceptaba bien la comida, pero acepta todavía mucho mejor el discipulado. Está rumbo a Jerusalén y la cruz, y esta es su última visita (en este evangelio) a la casa de estos queridos amigos. Marta y María necesitan a Jesús, y el afán de Marta lo distancia de él. Jesús necesita a Marta y María también. Él sabe lo que le espera en Jerusalén, y necesita buenos amigos ahora más que buena comida.

Marta tal vez se permitió distraerse, en parte, como un escape de las incómodas enseñanzas de Jesús. Jesús ha comenzado a decirles a sus discípulos que tiene que ir a Jerusalén y que morirá ahí. Si Marta escuchó a Jesús decir estas cosas, tal vez se haya ido a la cocina como una manera de escape.

“María escogió la buena parte” (griego = agathen merida, buena parte) (v. 42). La mejor parte que María ha escogido es sentarse a los pies de Jesús y escuchar, es ser su discípula. Ya habrá tiempo suficiente para la acción. Primero, el discípulo debe aprender del maestro, de otra manera el afán del discípulo puede crear más problemas de los que puede resolver. Esto tiene implicaciones para nosotros hoy. También nosotros estamos ocupados con muchas cosas. Nosotros también estamos preocupados y distraídos. Nosotros también necesitamos escoger la mejor parte: sentarnos a los pies del maestro, orar, buscar la dirección del Señor. Solamente así estaremos seguros de que nuestra actividad hará avanzar las actividades del Señor. Solamente así podemos esperar que el Señor bendiga nuestro trabajo.

“Muchas cosas… una cosa” (vv. 41-42). Jesús contrasta la distracción de Marta (“muchas cosas”) con la concentración de María (“una cosa”). La única cosa en la que María está concentrada no es el pan, sino en “todo lo que sale de la boca de Jehová” (ver Dt. 8:3).

Como alguien que está acostumbrado a hacer cosas, me siento mal por Marta. Ella está cumpliendo con su deber tal como lo ve. Trabaja duro. Tiene buenas razones para resentir la actitud de María, que (como lo ve Marta) la ha abandonado en un momento crítico. Las palabras de Jesús deben sentirse como una bofetada en el rostro. Si yo fuera Marta, le hubiera tomado la palabra a Jesús, apagaría la estufa y me sentaría a escuchar. En cierto momento la gente comenzaría a pensar en la comida. Veamos qué tanto le toma a Jesús entender el error de su posición. ¡El hambre es un buen maestro!

La ironía, por supuesto, es que Jesús hacía poco había alimentado a cinco mil personas con solamente cinco panes y dos pescados (9:12-17). Si podía hacer eso, Marta puede confiar en que Jesús tiene los medios para proveer comida a sus invitados, así que no pasarían hambre. Además, como Jesús le dijo al tentador, “Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre” (4:4).

Pero seamos sensibles a quienes en la congregación expresan su amor por la familia, amigos, y por Jesús trabajando en la cocina. ¿Acaso esta historia invalida su duro trabajo? ¡No! Jesús ha usado los servicios de buenos profesionales para salvar almas. La historia de María y Marta no nos enseña que sea mejor sentarse que hacer algo. Nos enseña a discernir, a plantear prioridades cuidadosamente, a buscar la mejor parte, la buena porción, cualquier cosa que eso sea en las diferentes situaciones en que a veces nos encontramos.

Jesús, Marta y María, Lucas 10:38-42, Luis Zepeda

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